Durante su viaje a Hungría, el Papa intentó relanzar el diálogo con los ortodoxos

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Roma. Durante su viaje a Hungría, el 6 y 7 de septiembre, ni el malestar físico ni la ausencia de interlocutores de la Iglesia ortodoxa impidieron a Juan Pablo II subrayar de nuevo la importancia del diálogo ecuménico. El Papa aprovechó su visita para recordar que todo lo que une a católicos y ortodoxos es mucho más que aquello que les separa, y que es preciso no desalentarse ante las dificultades que impiden la unidad de los cristianos.

Esas ideas, aunque ya conocidas, adquirieron un relieve especial, pues este viaje podría haber sido recordado como el del primer encuentro de un Pontífice romano con el Patriarca ortodoxo ruso. El histórico abrazo, sin embargo, no tuvo lugar, pues del patriarcado hicieron saber que Alexis II no viajaría a Hungría. Aunque no es la primera invitación rechazada, da la impresión de que, en este caso, la negativa había sido una decisión difícil. Algunos comentaristas piensan que estuvo motivada por la división interna que atraviesa actualmente el pa-triarcado ruso, uno de cuyos temas conflictivos es precisamente las relaciones con la Santa Sede.

Desde luego, la visita del Papa a la abadía benedictina de Pannonhalma, que roza la frontera con los territorios del patriarcado, se presentaba como una ocasión particularmente simbólica para ese encuentro: el monasterio fue fundado hace exactamente mil años, antes, por tanto, de la separación entre Roma y Constantinopla de 1054. Además, la abadía goza de una larga tradición ecuménica: entre sus huéspedes se ha encontrado el mismo Alexis II.

Junto al mensaje ecuménico, el Papa tuvo palabras de aliento para los católicos húngaros (el 64,6% de sus 10,2 millones de habitantes) y para todo el país, que añade a las dificultades sociales y económicas del postcomunismo otras profundas plagas, como el nada envidiable récord de suicidios (4.200 al año).

En este segundo viaje a Hungría (el primero tuvo lugar en agosto de 1991, durante los días del golpe de Estado en la URSS contra Gorbachov), Juan Pablo II ha recordado el ejemplo de algunas de las figuras más emblemáticas de la reciente historia húngara: el cardenal József Mindszenty, el médico László Batthyány Strattman, y el obispo de Györ, Vilmos Apor, quien después de haber rechazado el nazismo se opuso al comunismo y acabó su vida, en 1945, víctima de un grupo de soldados borrachos que querían raptar a algunas mujeres refugiadas en los sótanos del obispado. El Papa se hizo eco del texto de una lápida conmemorativa colocada en el convento de Márianosztra: «Vencidos, ellos han vencido». Y dijo que si la Iglesia en este país sigue viva, ha sido, en buena parte, gracias a ellos.

El estado de salud del Papa

Como suele ocurrir durante los viajes a países con idiomas especialmente complicados, como es el caso de Hungría, el Papa lee parte del discurso y luego lo pasa a un obispo local, que continúa. Y cuando improvisa, lo hace en italiano y el mismo obispo ejerce de traductor. Así ocurrió durante el viaje a Hungría, pero un redactor de la agencia de noticias France Presse interpretó esta praxis como manifestación de una indisposición del Pontífice.

La difusión de este error dio oportunidad al portavoz de la Santa Sede para hablar del estado de salud del Papa: precisó que las molestias intestinales que ha sufrido en Navidad, marzo y agosto se deben a una infección bacteriana, cuya causa aún no se conoce. La infección se trata con antibióticos, que le provocan un estado de cansancio, a veces evidente en algunos actos públicos. Añadió que la TAC practicada este verano excluyó la reaparición del tumor intestinal, y que el temblor de la mano izquierda se debe a un trastorno de naturaleza extrapiramidal, frecuente en las personas de su edad, que nada tiene que ver con la enfermedad de Parkinson. El portavoz confirmó que, a parte de estas molestias, el estado de salud del Papa no ofrece ninguna preocupación, como muestra el calendario de viajes previstos: del 19 al 22 de septiembre en Francia, mientras que para el próximo año están ya confirmados los viajes a Polonia (junio), de nuevo Francia (agosto) y Brasil (octubre).

Diego Contreras

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