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Distorsiones de la vitalidad religiosa

publicado
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Sectas en África
Nairobi. Entre cenizas de «iglesias», fosas comunes, sótanos llenos de restos humanos y otros hallazgos más o menos macabros, más de mil víctimas pertenecientes al Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos han salido a la luz en Uganda. Esto ha atraído súbitamente la atención del mundo sobre las sectas en África, que son un fenómeno antiguo. Se trata de una distorsión, de causas complejas, de la vitalidad del cristianismo en este continente.

La policía ugandesa sospecha que Joseph Kibwetere, jefe del Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos, está vivo, pese a que su familia insiste en que ha muerto. También parece estar vivo Father Dominic Kataribabo, del que se dice que es un ex sacerdote católico apóstata. Al principio, se creía que Kataribabo se había inmolado con los demás, pero resultó que había pedido a sus seguidores que vendieran sus posesiones, ya que el mundo -decía- iba a terminar el 31 de diciembre de 1999. Cuando esto no ocurrió, él cobró el dinero, los encerró en la iglesia, clavó las puertas y la encendió con una potente mezcla de gasolina y de ácido sulfúrico.

La quema del 17 marzo en Kanungu (Uganda) trajo a la memoria el suceso de Jonestown (Guyana) en noviembre de 1978, donde 900 hombres, mujeres o niños murieron envenenados por el culto satánico del reverendo Jones. Cuando se supo de la estratagema de Kataribabo, la policía dejó de tratar el caso como suicidio de un culto extraño y pasó a considerarlo asesinato múltiple.

Proliferación de cultos

Algunos han vinculado este fenómeno con el crecimiento excepcional de las así llamadas Iglesias cristianas (3,5% anual), pero otros lo han asimilado más bien a movimientos abiertamente satánicos. También en África, los que practican el satanismo son gente respetable, que apenas uno se atrevería a acusar de tamaña cosa. En 1999, una comisión presidencial keniana, en la participaron varios obispos católicos, llevó a cabo una encuesta sobre el satanismo. Se habló mucho, se escribió otro tanto, pero el texto de la encuesta nunca se hizo público.

La excepcional proliferación de comunidades religiosas en África ha atraído la atención de los mismos africanos. Existe en Nairobi una African Association for the Study of Religion, que el 28 de julio de 1999 organizó una conferencia sobre las religiones de África oriental. La Sra. Philomena Mwaura hizo una ponencia muy interesante, en la que intentó clasificar de alguna manera todas estas comunidades, movimientos, Iglesias y otros fenómenos religiosos.

El grupo de las llamadas mainstream Churches reúne a las Iglesias de importación colonial, sin atender a sus diferencias doctrinales o disciplinares.

Iglesias africanas independientes

De las Iglesias traídas de Occidente surgió un segundo grupo. Ya a principio del siglo XX hubo africanos que, desencantados con el contraste notable entre lo que los misioneros predicaban y lo que sus compatriotas laicos practicaban, se separaron de una u otra de estas Iglesias y fundaron las primeras de las que llegarían a ser Iglesias africanas independientes, que la Sra. Mwaura prefiere llamar Iglesias africanas indígenas.

La irritación que les causaba la actitud un tanto paternalista de algunos misioneros contribuyó a las numerosas escisiones, la primera de las cuales fue la Nomiya Luo Church fundada por Johana Owalo en 1912. La más numerosa es la Iglesia de Jesucristo en la Tierra, hoy con 6,5 millones de miembros, fundada por el predicador congoleño Simon Kimbangu en 1921. Según Time, edición europea (7-II-2000), se calcula que hay en África unas diez mil Iglesias indígenas, que se incrementan por docenas cada semana. En Liberia hay unas 200, en Kenia unas 350.

Pocas de estas confesiones han logrado trascender límites étnicos. La mayoría atraen gente de una sola tribu, que se agrupan alrededor de sus líderes. En Kenia, la Iglesia católica sufrió su primer cisma en 1952, con el movimiento Dini Ya Mariam, y el segundo con la Legio Maria (sic) en 1962.

Movimientos pentecostales nuevos

Los que se autodenominan pentecostales han mantenido casi intacta la liturgia de la comunidad protestante de la que se separaron: Church Missionary Society, metodista, anglicana, Africa Inland, etc.

A lo largo del siglo XX ha surgido una gran cantidad de Iglesias del Espíritu Santo, todas ellas aseguran no ser neo-tradicionales y combinan ritos tradicionales paganos con lo que les queda de la liturgia cristiana. Ponen mucho énfasis en el Antiguo Testamento, ya que se basan en sus textos para practicar la poligamia, prohibida por las mainstream Churches.

Desde 1950, con un máximo en la década de los 1960, han irrumpido en escena movimientos pentecostales nuevos, todos de raíz norteamericana, también por lo que atañe a la financiación. Estos, a pesar de haber sido fundados por africanos, y por ende confundidos con las Iglesias indígenas, se oponen muy violentamente a todo lo que suene a cultura africana. Les basta la Biblia que conocen en detalle, y predican por doquier, especialmente en las calles durante la hora del almuerzo, que muchos pasan sin comer, ya que no tienen dinero para ello.

Iglesias tribales

Ya en la década de los 1840, el misionero protestante alemán Ludwig Krapf empezó la traducción de la Biblia al swahili. En 1914, en vísperas de la I Guerra Mundial, existían traducciones a los idiomas nativos más comunes. El número creciente de traducciones ha hecho posible una predicación casi universal en lengua vernácula.

Los africanos no tardaron mucho en percatarse de la división de la Cristiandad: había misioneros que, en vez de colaborar, se hacían la guerra unos a otros. De ahí a concluir que si lo hacían ellos, ¿por qué no nosotros?, solo había un paso, que se dio muy pronto. Téngase en cuenta que, con excepción de algunos intelectuales, la cuestión de la verdad no es muy decisiva para el pueblo, que aprecia mucho más el colorido y las manifestaciones ruidosas. Hay servicios litúrgicos en algunas de estas Iglesias que duran hasta 16 horas, a veces durante toda la noche. Cuando pueden, compran altavoces potentísimos, para que todos, quieran o no, oigan los servicios en dos kilómetros a la redonda.

Atraídos al principio por la medicina occidental, muchos africanos acabaron desencantados por sus métodos, demasiado mecanicistas para ellos. En la tradición tribal africana, la curación no es solamente un fenómeno científico, sino sobre todo místico-religioso. Por eso, no es raro que quien salga de una iglesia donde ha ido al servicio del día vaya en seguida a una reunión-milagro multitudinaria, de esas que se celebran todos los fines de semana en lugares públicos muy concurridos.

A lo largo del siglo XX hubo una tensión creciente entre misioneros e indígenas, especialmente en las Iglesias no católicas, donde la universalidad está muy diluida, cuando no es inexistente del todo. Esta tensión, más cultural que religiosa, fue exasperada por la política colonial con la introducción de instituciones como títulos de propiedad, impuestos, trabajos forzados y una buena dosis de racismo, que los nativos también percibían en las religiones de origen misionero.

Reacción contra el colonialismo

En particular, la cuestión de la tierra, que los gobiernos coloniales distribuían a su antojo, contribuyó a que estas confesiones adquirieran un carácter nacionalista cada vez más marcado, hasta que las dos guerras mundiales de alguna manera prepararon a los pueblos africanos para la independencia. Los grupos cismáticos vieron su Iglesia independiente como un refugio seguro para la comunidad, donde sentirse en casa. Muchos tienen fundadoras, o sea mujeres con talento para atraer masas de gente no solo como predicadoras, sino también como consejeras, curanderas y comadronas.

Los gobiernos coloniales prohibieron las Iglesias independientes hasta 1958, cuando les dieron licencia para operar, siempre que no se entrometieran en asuntos políticos. Estas miran, hoy como ayer, a introducir costumbres africanas en la práctica religiosa, con mucho énfasis en la carga emotiva, proporcionada especialmente por la oración en común, la predicación atronadora, el canto, la danza, los tambores. Solo la Iglesia católica sigue enseñando la doctrina de siempre, pero ya no tiene el personal suficiente para que esta enseñanza sea tan capilar como antaño.

El sentido de comunidad, muy fuerte entre africanos, ha hecho que surgieran costumbres comunitarias a través las cuales es posible identificarse con el grupo. Estas van del uniforme que todos deben vestir, a unos manjares prohibidos, a un código de conducta normalmente rigorista, a la prohibición de contaminarse con tocar cadáveres o gente impura, etc.

Vitalidad católica

Toda esta confusión da lugar a situaciones complicadas. Un viejo, por ejemplo, que va a la iglesia, y aun a misa, sin creer para nada, pero va porque su comunidad va, y él no quiere distinguirse de los demás. Un joven, educado como protestante por su madre, descubre hurgando entre papeles que ha sido bautizado como católico, sin que su padre se preocupara de darle formación. Un niño de 8 años se hace bautizar con el consentimiento escrito de sus padres, que luego le dejan sin Primera Comunión y sin Confirmación. Un catequista se deja impresionar por una visión y funda su Iglesia. Una joven vuelve a casa y comunica a sus padres, que la han educado como católica, que ella está ahora salvada, ya que «acaba de aceptar a Jesucristo como salvador personal». Una mujer, casada, empieza a practicar la brujería y destruye a la familia. Y se podría continuar.

Pero estas no son más que apariencias llamativas. A pesar de ellas, el cristianismo sigue siendo una fuerza viva enorme. Hay muchísimo interés en cuestiones religiosas, por ejemplo en grupos que se reúnen para estudiar la Biblia, para asistir a charlas de contenido religioso, etc. Un buen índice es que los seminarios están a rebosar: el seminario mayor de Nairobi tiene 600 alumnos.

En un país como Kenia, la Iglesia católica en particular, a pesar de algunas defecciones, en los últimos veinte años ha sobrepasado al protestantismo. Cuando el arzobispo McCarthy de Nairobi se jubiló en 1969, dijo a la periodista que le entrevistó y le preguntó qué haría si tuviera dinero: «Construiría iglesias, muchas iglesias. Y las llenaría todas». Y de hecho, ha sido así. No solamente los domingos, sino también en días laborables, se celebran misas abarrotadas de gente a horas muy tempranas. Hay comunidades católicas en los sitios más lejanos e inaccesibles de la inmensa geografía africana. Cuando el Papa estuvo en Nairobi en 1980, dijo: «Somos una comunidad de fe y de amor, que confiesa a Jesucristo como Hijo de Dios, Señor de la historia, Redentor y Salvador del mundo».

Son palabras esculpidas en mármol sobre el altar del Santísimo en la Basílica Menor de la Sagrada Familia, que suenan siempre nuevas.

Silvano BorrusoPromesas de salvación terrenal

El continente africano se está convirtiendo en terreno abonado para predicadores que prometen una vida mejor. «Ni las Iglesias independientes ni las mainstream Churches están siendo capaces de enfrentarse a los principales problemas económicos y sociales», dice Hubert Van Beek, del Consejo Mundial de las Iglesias. «Estamos en una situación en la que la gente está dispuesta a ir a cualquiera que le prometa una vida mejor», señala.

El cristianismo en África está creciendo a un ritmo del 3,5% anual. En caso de seguir esta tendencia, llegaría a superar a Europa, que crece, al igual que América del Norte, al 1% anual. África solo se quedaría por detrás de Latinoamérica, donde los cristianos aumentan el 2,5% cada año, al igual que en Asia.

Este crecimiento se ha producido en dos oleadas. Primero fue el florecimiento de Iglesias africanas independientes, ya a principios de siglo. Más reciente es el boom de Iglesias evangélicas y curativas. Muchas de estas últimas son obra de predicadores que prometen salud y riqueza en premio a la devoción. Según señala en Los Angeles Times (31-III-2000) John Padwick, de la Organización de Iglesias Instituidas Africanas, «la gente sufre una frustración extrema, que le lleva a buscar una comunidad alternativa que les cuide, donde Dios actúe en favor de ellos casi inmediatamente».

La proliferación de estos grupos ya fue una de las principales preocupaciones en el sínodo de obispos sobre África, que tuvo lugar en Roma en 1994.

Teología de la Prosperidad

Las Iglesias independientes africanas y las evangelistas celebran sus servicios religiosos en la lengua del lugar y se centran en el Espíritu Santo y en los milagros. La mayoría mezcla creencias tradicionales africanas -veneración de los antepasados, brujería, existencia de buenos y malos espíritus- con elementos de la devoción pentecostal, con tambores, guitarras y predicadores carismáticos. Asimismo, frente a la salvación eterna que predican las principales religiones, estas nuevas prometen la liberación terrena en forma de riqueza. Este mensaje es el que propone la llamada Teología de la Prosperidad, que intenta atraer a los pobres y desplazados del continente. Según Stephen Jubwe, profesor de sociología y antropología en la Universidad de Monrovia, «lo que está buscando la gente es el milagro. Y lo quieren aquí, no en la otra vida» (Time, 7-II-2000).

Este tipo de manifestaciones acostumbra a aparecer tras grandes cataclismos sociales. Algunos ejemplos son el rebrote de la búsqueda de Dios que se produjo en Nigeria tras la guerra de Biafra entre 1967 y 1970, o en Liberia, donde una guerra civil entre 1990 y 1997 dejó más de 200.000 muertos, 1 millón de desplazados y al país en ruinas. El número de Iglesias en Monrovia, la capital liberiana, ha pasado de 75 antes de la guerra a 200 en la actualidad. La denominación de las iglesias es variopinta: Iglesia Fundación Fe, Asamblea de Dios de la Santa Esperanza o Academia de la Misión de la Casa de la Luz.

Estas Iglesias africanas eluden las doctrinas de las principales religiones y se centran en los problemas locales. «Si hay sequía y las cosechas corren peligro de ruina, el ministro hablará de la sequía o de los problemas de la pobreza», señala en Time Mitch Odero, jefe de la oficina de información de All Africa Conference of Churches. Por otro lado, los cantos sirven para enganchar con la gente joven. Si en Latinoamérica la mayor parte del crecimiento de la Iglesia proviene de los nacimientos, en África casi un cuarto se debe a las conversiones, más o menos profundas.

Soluciones ya

La forma de actuar de este tipo de comunidades es acogida con recelo por el Consejo Mundial de las Iglesias. Pocas Iglesias africanas independientes pertenecen a esta institución; muchos predicadores de las principales religiones cuestionan la calidad de la fe de los recién convertidos y el compromiso de las Iglesias con su grey. «El destino espiritual no es el foco principal, como debería ser. El principal foco eres tú mismo y eliminar tus problemas», señala Odero.

Las Iglesias de este tipo atraen poco a la población más instruida. Silvia Opoku, de 25 años, estudiante de filosofía en Ghana, acudió a una Iglesia independiente, pero acabó desilusionada. Según dice en Time, «te prometen fe ya. Te prometen que tus negocios serán prósperos ya. Todo es al instante. Pero Dios no obra así. No es una máquina de café».

Otra crítica frecuente a las Iglesias independientes es su falta de preocupación por los pobres. Incluso se ha dicho que hay pequeñas Iglesias creadas para hacer negocio. En Liberia y en otros países africanos resulta más fácil y más rentable fundar una Iglesia que iniciar una empresa. Las Iglesias independientes predican sobre la pobreza, pero pocas de ellas construyen colegios o facilitan a los pobres el acceso a servicios sanitarios. Muchas solo ayudan a los miembros de su congregación. ACEPRENSA.

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