Deficientes: la calidad de vida es la calidad de la atención

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El diario liberal holandés NRC Handelsblad (16-IV-94) ha publicado un reportaje, que resumimos a continuación, donde se plantea si las deficiencias detectadas en un feto por diagnóstico prenatal justifican el aborto.

El diario confronta las opiniones de algunos moralistas holandeses de renombre con las de especialistas en la atención sanitaria de deficientes profundos. Mientras que los primeros abogan por evitar una vida que puede resultar un calvario, los médicos y pedagogos entrevistados muestran un gran respeto por la vida, sin consideraciones utilitaristas.

El periodista inicia el reportaje preguntándose: «¿Calvario para quién: para el hijo enfermo o para los padres?». Después introduce al lector en De Amstel, un centro psiquiátrico para minusválidos profundos, y pasa revista a diferentes posturas respecto al aborto selectivo.

Helen Dupuis, catedrática de Ética de la Universidad de Leiden, representa la visión abortista más radical: «Una vida sin posibilidades de comunicación, de un bajo nivel, no vale la pena ser vivida, incluso aunque no suponga sufrimiento». También es partidaria de la eutanasia aplicada a bebés y menores. Por el contrario, el ortopedagogo A. van Gennep piensa que «una deficiencia no es razón para impedir nacer a nadie, pues la mayoría de los deficientes psíquicos no sufren. El sufrimiento es casi siempre el motivo que se invoca para justificar el aborto selectivo, pero los pocos minusválidos que sufren no se pueden detectar con diagnósticos prenatales».

Van Gennep fue muy citado en la prensa el año pasado por afirmar que el diagnóstico prenatal y la eutanasia aplicada a deficientes son temas que reaparecen en tiempos de crisis económica.

El artículo aborda también la implantación de embriones sin defectos, obtenidos por fecundación in vitro. Se explica que la Administración y las compañías de seguros están interesadas en estas técnicas, aunque no lo quieren reconocer. Van Gennep asegura que esta política puede llegar a crear un sentimiento de culpabilidad en los padres que traigan al mundo a un hijo aquejado de alguna deficiencia.

El periodista recorre una sección del hospital acompañado por Hans Castel, un médico responsable de 48 pacientes. Cada espasmo, sonido gutural, babeo o movimiento del cuerpo de un paciente, significa algo para Castel. Según el personal de De Amstel, los profesores de ética se equivocan cuando sostienen la imposibilidad de comunicarse con minusválidos mentales; lo que ocurre es que la comunicación exige que ambas partes la busquen. Los médicos aseguran que en De Amstel se da un esfuerzo por entenderse recíprocamente, y están convencidos de que los pacientes se encuentran a gusto.

La postura más clara en defensa de la vida de los minusválidos es la del doctor Krijn Haasnoot, presidente del Nederlandse Artsen Verbond, que lleva 16 años trabajando en Eemeroord, una institución similar a De Amstel. «Cuando llegué aquí fue para mí un descubrimiento ver que en nuestra sociedad había gente que ofrecía una dedicación absoluta a enfermos que desearíamos que no existieran y cuyas vidas, para un observador superficial, son inútiles. Que se cuide a personas con tan pocas posibilidades de desarrollo me parece una garantía para nuestra sociedad. Nadie puede asegurarnos que vamos a funcionar bien hasta la muerte. La posibilidad de volvernos dependientes nos afecta a todos».

Haasnoot comenta que en Holanda se practican unos 150 abortos anuales para evitar que nazca un niño minusválido. Según dice, el médico neozelandés que ideó el análisis del líquido amniótico, con el fin de solucionar los casos de fetos con diferente factor RH, cuando supo para qué se usaba su descubrimiento, adoptó un niño mongólico. Lo mismo hizo Haasnoot cuando en un congreso, hace tres años, descubrió que todos los médicos presentes eran partidarios de detectar el síndrome de Down durante el embarazo.

Sobre los deficientes profundos, Van Gennep afirma que la calidad de vida es la calidad de la atención, y ésta, en nuestra sociedad, está al alcance de cualquiera. Respecto al sufrimiento de los padres con hijos deficientes aconseja no menospreciarlo, pero anota que también sufren los padres con hijos drogadictos. Es imposible eliminar el sufrimiento.

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