Debate en Gran Bretaña sobre las «madres de alquiler»

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Cambiando su postura oficial, la Asociación Británica de Médicos (BMA) acepta la práctica de las «madres de alquiler» como último recurso para las parejas estériles que desean tener hijos. Pide la regulación de esta práctica y que se informe a las parejas que recurren a ella de las implicaciones psicológicas, legales y médicas que tiene. Hace diez años, la BMA había recomendado a los médicos que no participaran en lo que calificaba como una «innovación alarmante»; ahora declara que se ha visto obligada a cambiar de opinión porque la práctica se ha extendido.

Recurrir a una madre de alquiler genera multitud de problemas legales. Por ejemplo, hasta que los tribunales o los servicios de adopción no dictan lo contrario, la madre sustituta es la madre legal del bebé; y ella puede abortar si lo desea. Por su parte, la pareja que emplea este método puede, durante el embarazo, decidir que ya no quiere el hijo, con lo que la madre sustituta y su pareja, si la tiene, se ven en la obligación de criar a un niño engendrado con los gametos de otros padres. Y éstos son sólo algunos casos posibles. La regulación legal podría evitar algunos de esos conflictos, pero fomentaría los casos de madres de alquiler. La cuestión de fondo, dice un editorial del Daily Telegraph (13-11-96), es si las parejas estériles tienen derecho a un hijo a cualquier precio.

Por otro lado, los pacientes del Servicio Nacional de Salud (NHS) que se sometan a las técnicas de fecundación artificial (FIVET), quizá tendrán que pagar. El Ministerio de Sanidad se está planteando la posibilidad de que los hospitales cobren 800 libras por el tratamiento. El Ministerio aún no ha decidido si tal cosa va en contra de las normas de la sanidad pública. Cobrar a pacientes del NHS rompe el principio básico según el cual la atención se presta en función de la necesidad y no de la capacidad de pagar. Pero en el caso de los pacientes que desean someterse a la FIVET se discute la necesidad, ya que no está enfermos.

Desde 1991, la unidad de fecundación artificial del hospital Santo Tomás de Londres cobra a sus pacientes por la FIVET, sin que lo supieran las autoridades sanitarias. El hospital empezó a exigir dinero a estos pacientes porque la mayoría de las administraciones sanitarias locales se negaban a financiar la FIVET. La BMA ha criticado la actuación del hospital, por introducir objetivos comerciales dentro del NHS. Aunque otros, replican que la gratuidad de la FIVET supone utilizar el dinero de todos para intereses privados.

El floreciente negocio que se está desarrollando en torno a la FIVET (ver servicios 14/95, 115/95, 8/96) puede estar introduciéndose en el sector público, en el que los costes para el paciente serán menores. Mientras que en una clínica privada de fecundación in vitro los pacientes pagan unas 1.500 libras, en el servicio público pagarían alrededor de la mitad.

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