Cuba: entre la necesidad y el miedo al cambio

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La visita de Benedicto XVI a Cuba ha dirigido la atención hacia el proceso de reformas económicas emprendidas por el presidente Raúl Castro desde el pasado año, de las que se ha venido informando en Aceprensa. Aunque el gobierno cubano lo presenta como un modo de consolidar el socialismo, todas las novedades van en la línea de abrir la economía hacia la iniciativa privada, lo que supone abandonar algunos de los dogmas socialistas aplicados hasta ahora.

Las directrices aprobadas en el congreso del Partido comunista cubano en abril de 2011, están siendo aplicadas con lentitud y gran precaución. Ni tan siquiera está bien visto hablar de “reforma” o de “transición”. Pero, obligado por una economía desfalleciente, el gobierno ha emprendido el camino del cambio.

Esto se manifiesta en el despegue del trabajo por cuenta propia. Ya se han adjudicado unas 300.000 licencias para que los trabajadores autónomos puedan probar suerte fuera del Estado. Pero una cosa es tener la licencia y otra tener los medios para emprender y mantener un negocio. Se ha previsto que los bancos puedan dar pequeños créditos para los “cuentapropistas”, pero aún no se ha desarrollado la creación de almacenes al por mayor donde puedan aprovisionarse los emprendedores. Así, por ejemplo, los que abren un restaurante tienen que aprovisionarse en los almacenes estatales o buscarse la vida por su cuenta.

En la agricultura, los cambios se han manifestado en la entrega de tierras en usufructo a campesinos, un proceso que avanza, pero no exento de dificultades. Aunque se permite la agricultura privada, la comercialización sigue siendo monopolio estatal y poco eficiente.

Otros cambios siguen frenados, por temor a sus consecuencias. Así, salir al extranjero todavía no es un derecho en Cuba. Para viajar fuera hace falta una carta de invitación, la autorización de la empresa y del Ministerio, y pagar 130 euros por el permiso de salida (lo que equivale al sueldo de medio año). Por el momento, la anunciada reforma migratoria sigue en estudio.

La conexión directa a Internet es otro asunto pendiente. El gobierno sigue controlando y filtrando el acceso a Internet. Pero la falta de infraestructuras es ya de por sí un obstáculo formidable. Con una baja cobertura de solo 15,5 teléfonos por 100 habitantes la posibilidad de tener Internet en casa es muy lejana.

A la Habana le queda la excusa del embargo americano, que en 50 años no ha conseguido doblegar al castrismo, aunque sí aumentar las penurias de la población.

En cambio, los lazos económicos con Rusia y China, así como el incondicional apoyo de Chávez, son un balón de oxígeno para Raúl Castro. Para Cuba, la salud de Chávez es un asunto tan de vida o muerte como para el presidente de Venezuela.

Por su parte, la Iglesia católica mantiene un diálogo con el gobierno que empieza a dar frutos, con una mayor presencia pública de las actividades de la iglesia y una labor mediadora para la liberación de presos políticos.

El cambio político no está en la agenda. El Partido Comunista sigue siendo único y no se prevé la apertura a la competencia.

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