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Cuando los problemas de identidad son del varón

publicado
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De la mano del feminismo, desde los años setenta, surgieron como hongos en las universidades norteamericanas los departamentos de estudios sobre la mujer. En cambio, ahora lo novedoso son los seminarios, simposios y debates sobre la masculinidad que, según cuenta el Washington Post (18-XI-96), se están desarrollando en más de una docena de universidades. Aunque los cursos son variopintos y no siempre académicos, dan por supuesto que ser un hombre se ha convertido en algo «problemático», y todos tratan de aclarar la identidad del varón y su papel en la sociedad.

Los temas de los cursos van desde la identidad del varón a problemas específicos como su relación con las mujeres o cómo ha evolucionado la idea de la masculinidad a través de la historia.

Muchos seminarios no son iniciativa de profesores, sino de psicólogos o asesores de alumnos que los consideran necesarios para abordar problemas de mala conducta. Según éstos, cada vez llegan a la universidad más alumnos cuya idea de la masculinidad les lleva a tener problemas de violencia, cólera y relaciones difíciles con los demás.

Para otros, el interés en boga procede tanto de las políticas de la universidad como de los cambios que afrontan los jóvenes varones en el mundo laboral. Jóvenes que antes habrían pasado directamente de la escuela al trabajo, ahora van a la universidad y se encuentran un mundo donde desde hace años las mujeres y las minorías han fomentado «políticas de identidad» y donde prevalecen los enfoques feministas. Desde este punto de vista, estos jóvenes de clase baja aparecen como el tipo de hombre rudo con problemas de comunicación y dado a la violencia. Además, se enfrentan a la creciente competencia de la mujer en el mundo profesional. Por eso, algunos ven el auge de estos cursos como una reacción frente al feminismo.

Otros universitarios consultados dicen que no han advertido especial interés por este tema, o desdeñan estos cursos como novedades sin mayor valor académico.

No faltan los que ven este fenómeno como una manifestación más de una sociedad donde la gente alcanza su puesto no por ser un individuo sino por pertenecer a un grupo. Si las mujeres, los negros, las etnias… se presentan como minorías y casi siempre como víctimas, era inevitable que los varones alcanzaran el mismo status y constituyeran grupos de apoyo y cursos sobre la masculinidad.

Si hay crisis de la masculinidad, hay quien la atribuye a que muchos jóvenes carecen de modelos masculinos. Cada vez son más los que proceden de familias monoparentales, a cargo de la madre; y, dada la feminización de la docencia, en la escuela han tenido sobre todo profesoras. Así carecen de una figura masculina de referencia.

Tal vez la nueva atención a la masculinidad sea sólo una tendencia académica. Pero algunos creen que en realidad refleja una tendencia social que se manifiesta en otros ámbitos: la Marcha de un millón de hombres (1995), el éxito de libros sobre la masculinidad o el eco de movimientos de hombres como los Promise Keepers.

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