Credulidad científica

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Contrapunto

El pasado 1 de abril, día dedicado tradicionalmente a las bromas en los países anglosajones, la seria revista científica Nature tuvo un rasgo de sentido del humor y publicó una información que iba a despertar gran interés. La noticia aseguraba que el científico Sigmund Obispo, del Instituto de Ciencias de la Vida Stoyte (Caifornia), había aislado el gen que confiere longevidad a las carpas y lo había inyectado en ratones, que siguieron creciendo pero sin envejecer. El artículo daba a entender que la inmortalidad parecía posible, y que quizá la ciencia lo lograra también para el hombre en el futuro.

El autor de la broma creía que ésta resultaba clara, ya que Sigmund Obispo es el personaje de una novela de Aldous Huxley, que trata de obtener de las carpas una sustancia para evitar el envejecimiento de un millonario llamado Stoyte. Pero aunque algunos científicos advirtieron la broma, la realidad es que el autor del artículo se vio desbordado por peticiones de más información, invitaciones a simposios y proposiciones de empresas de biotecnología. Ahora aconseja: «No sólo lea con escepticismo mis artículos, sino también todos los que publica Nature».

Un sabio consejo. Es curioso que personas que descartarían de antemano cualquier curación atribuida a causas sobrenaturales, den credibilidad a algo mucho más «milagroso» si aparece en una prestigiosa revista científica. Es verdad que en este caso se refería a un deseo tan íntimo como el de prolongar indefinidamente la vida. Lo cual también confirma que la aspiración a la inmortalidad no es una vana ilusión religiosa, sino un hondo anhelo inscrito en la naturaleza humana.

Ignacio Aréchaga

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