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Contra el trabajo infantil, la Conferencia de Oslo propone medidas positivas

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Del 24 al 30 de octubre, la OIT (Organización Internacional del Trabajo) ha reunido en Oslo a representantes de gobiernos, sindicatos y ONGs para tratar sobre el trabajo infantil en el mundo. El año pasado la OIT ofreció un informe donde calculaba en 250 millones el número de niños menores de 14 años que trabajan (ver servicio 159/96). Este año, en la Conferencia de Oslo, ha insistido en la necesidad de escolarizar a todos los niños para evitar que trabajen en empleos de-gradantes.

«La clave es la educación o, más exactamente, el acceso de los niños a una educación de calidad. Es importante también registrar a todos los niños al nacer, de modo que se conozca su edad y puedan hacer valer sus derechos», declara a Le Monde (28X-97) Carole Bellamy, directora de UNICEF.

Pero, para que todos los niños vayan a la escuela, es preciso por lo menos que haya enseñanza gratuita y obligatoria en todas partes. Aun así habrá familias que no puedan prescindir del trabajo de sus hijos. Por eso en Oslo se propuso recompensar a los alumnos que asisten a clase regularmente con una gratificación que reemplace los ingresos que pierden por acudir a la escuela. La cuestión aún pendiente es quién les paga y quién está dispuesto a financiar la construcción de escuelas donde hacen falta.

Para dar ejemplo, Noruega ha anunciado que aportará 28,5 millones de dólares mediante un programa especial contra el trabajo infantil y que será el primer país que dé el 1% del PIB en ayudas al Tercer Mundo. Por su parte, el gobierno británico aseguró que ha previsto destinar 750.000 libras a un programa para escolarizar a 7.000 niños paquistaníes que se dedican a la producción de balones de fútbol para exportación.

En continuidad con el mensaje del año pasado, la OIT y UNICEF han insistido en la necesidad de combatir las peores formas de trabajo infantil (esclavitud, trabajos peligrosos, etc.). UNICEF distingue el child work, trabajo que puede contribuir al desarrollo de los niños en ciertas situaciones, del child labour, cuando se trata de trabajos forzados, en sectores peligrosos, o que implican sufrimientos físicos o mentales para el niño.

Por otra parte, el boicot contra las exportaciones de los países que permiten el trabajo infantil no está siendo tan eficaz como se esperaba. Pues en algunos países se exporta sólo un 5% de los productos confeccionados por niños.

Al igual que la OIT, la Unión Europea también está dispuesta a combinar las sanciones con métodos más positivos. Así, el pasado 29 de octubre, la Comisión aprobó una propuesta por la que la UE reducirá sus aranceles a los países del Tercer Mundo que cumplan la cláusula social y la cláusula verde; es decir, obtendrán ventajas comerciales los países que supriman el trabajo infantil, reconozcan la libertad sindical y la negociación colectiva, y exploten los bosques de modo ecológico. El plan consiste en ampliar los beneficiarios del Sistema de Preferencias Tarifarias Generalizadas. Por este sistema actualmente la UE reduce los aranceles aduaneros (entre el 15% y el 100%) a los productos de exportación de 150 países.

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