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Comprender a los ortodoxos

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La Comunidad de San Egidio trabaja desde hace años en favor del entendimiento entre católicos y ortodoxos. El año pasado organizó en Bucarest un encuentro interreligioso que ayudó a preparar el viaje del Papa a Rumania (ver servicio 121/98). Su fundador y presidente, Andrea Riccardi, profesor de historia de las religiones en la Universidad de Roma, habla de las posibilidades de diálogo entre las dos Iglesias en una entrevista concedida a Le Monde (29-VI-99).

Riccardi matiza la idea de que existe una fractura entre la Europa occidental, latina y católica o protestante, y la oriental, eslava y ortodoxa. «La ortodoxia está lejos de ser uniforme. Es interesante el caso de Rumania: país latino, país puente, pero país ortodoxo. Existe una ortodoxia árabe, que no tiene las mismas pasiones: un personaje como el patriarca Ignacio IV de Antioquía, hombre de raíces árabes y cultura francesa, puede desempeñar un papel importante. Los Estados Unidos también son un gran país ortodoxo, del que puede venir un impulso. Hay que contar también con el patriarcado de Constantinopla, que desarrolla una política ecuménica. Asimismo, la Iglesia ortodoxa griega es ecuménica desde hace años, aunque, ciertamente, con acentos un poco populistas. Existe, pues, una complejidad ortodoxa, que hay que tener en cuenta».

Además, prosigue Riccardi, no se debe interpretar la división Este-Oeste en términos exclusivamente religiosos. «Es también el problema de una Europa del Este que ha de hacer frente a la victoria del modelo occidental, que no es un modelo católico o protestante, sino el de una sociedad secularizada, consumista, capitalista, desarrollada. En este contexto, la cuestión ecuménica es capital».

Para avanzar en el ecumenismo, es necesario que los occidentales comprendan la sensibilidad ortodoxa. Antes de la caída del comunismo, Occidente tenía una imagen positiva de la ortodoxia; después se llevó una decepción al descubrir una ortodoxia nacionalista. Pero Riccardi recuerda lo que Juan Pablo II decía en un libro de entrevistas con André Frossard años antes de la caída del comunismo. El Papa señalaba que los católicos están muy cerca de los ortodoxos en el plano doctrinal; pero, desde el punto de vista psicológico, los católicos son más próximos a los protestantes. Por eso, dice Riccardi, «no comparto del todo la desilusión católica con la ortodoxia. Se esperaba encontrar unos ortodoxos demasiado semejantes a los católicos. Se esperaba que fueran una especie de uniatas».

«Pero los ortodoxos son ellos mismos, y por fin pueden serlo. Nuestros amigos los obispos rumanos nos dicen: En el pasado, nuestro ecumenismo era, en gran parte, el de la Oficina de Asuntos religiosos; ahora actuamos bajo nuestra propia responsabilidad y somos sinceros. Sé que existe un renacimiento del fundamentalismo ortodoxo, que en Rusia se hacen autos de fe con libros religiosos. Pero al fin podemos dialogar con franqueza. (…) Es verdad que en la actualidad las relaciones entre católicos y ortodoxos no son fáciles, pero al menos son sinceras».

Ahora bien, Riccardi se declara «convencido de que el ecumenismo no es sólo cuestión de comisiones teológicas y diplomáticas, en busca de la unidad doctrinal. Es también un asunto de encuentros sobre el terreno, entre pueblos, entre jefes religiosos. La visita de Juan Pablo II a Rumania ha abierto vastos horizontes. Cuando el Papa y el Patriarca rumano se abrazaban, el pueblo gritaba: ¡Unidad! ¡Unidad!».

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