Combatir la decadencia de la lectura con imaginación

publicado
DURACIÓN LECTURA: 13min.

Planes de Fomento de la Lectura
El lamento por la decadencia de la lectura, especialmente entre los niños y los jóvenes, es casi universal. Los cambios sociales, educativos y técnicos de los últimos años han alterado las formas tradicionales de adquirir saber y cultura, disminuyendo el papel del libro. De ahí el interés de los planes de fomento de la lectura puestos en marcha en el Reino Unido y en España, sobre todo entre la población escolar. Para proporcionar lecturas a este público, Luis Daniel González acaba de editar Bienvenidos a la fiesta, una guía de autores y obras de literatura infantil y juvenil.

Muchos señalan que la lectura y el libro están en crisis. Raffaele Simone, profesor de Lingüística General de la Universidad de Roma, lo afirma de manera rotunda en su ensayo La Tercera Fase (1), donde analiza el modo en que se han formado y transmitido los conocimientos a lo largo de la historia. La Primera Fase estaba caracterizada por la invención de la escritura; la Segunda, por la aparición de la imprenta. Estas dos fases confirman el poder de la escritura como medio de conservación del saber.

Hoy día, en plena Tercera Fase, ya no ocurre así. Tanto la televisión como el auge de la informática han alterado profundamente este panorama y han hecho perder fuerza a la escuela y a la lectura. Según Simone, la televisión, para bien y para mal, es hoy día no sólo una forma de entretenimiento sino la escuela de pensamiento más importante; y a través de ella la mayoría de la población en todo el mundo, tenga o no tenga estudios, tiene acceso al conocimiento. Como resume el autor: «El ordenador (especialmente cuando está conectado a redes telemáticas), la televisión (que pronto se hará interactiva) y el teléfono (entendido como puerta hacia otros mundos), y en general los llamados medios de comunicación, representan mejor la situación actual».

Otro estilo cognoscitivo

Estos instrumentos se diferencian en sus métodos y en su accesibilidad de los anteriores, que se consideran ya superados. La lectura ya no consiste solamente en leer textos sino en saber leer imágenes y mensajes de todo tipo, sobre todo visuales y musicales, a través de los que circula toda una corriente de pensamiento y de cultura, dando forma a un nuevo estilo cognoscitivo, en el que lo visual tiene preponderancia.

En este contexto, la lectura lleva las de perder, y más entre la gente joven. Como escribe Simone, «el esfuerzo de leer no puede competir con la facilidad de mirar». Mensajes parecidos están presentes en el libro de Sven Birkerts, Elegía a Gutenberg. El futuro de la lectura en la era electrónica (ver servicio 165/99), que traza un panorama más pesimista. Para Birkerts, el descenso de la cultura lectora y el abuso de los medios informáticos entre la gente joven les invalida para el acceso a la cultura tradicional. Con esta consecuencia, según Birkerts: la progresiva disminución de la lectura hace que el ser humano sea más superficial.

España: plan de fomento de la lectura

A finales del pasado mayo, el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes presentó un ambicioso Plan de Fomento de la Lectura, para el periodo 2001-2004. A imitación de un programa similar llevado a cabo en el Reino Unido en 1998-1999, y que cosechó buenos resultados, el principal objetivo del plan español es potenciar los hábitos de lectura, especialmente entre la población infantil y juvenil, condición para construir una sociedad más lectora. En España, la necesidad parece apremiante. Según un reciente informe, «Hábitos de compra y lectura de libros», elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España, el 42% de los entrevistados no lee un libro nunca o casi nunca.

La primera parte del Plan, que contará con una inversión de 22.356 millones de pesetas (134 millones de euros), es conocer con la mayor precisión posible cuánto leen los españoles. Para ello, el Ministerio está elaborando un informe sobre la situación de las bibliotecas públicas y diferentes encuestas sobre los hábitos lectores de la población escolar y sobre las actividades de promoción de la lectura. Todo esto vendrá acompañado de seminarios y cursos de formación para profesores y bibliotecarios, con el fin de promover el uso de las bibliotecas escolares.

Múltiples iniciativas

Al igual que se hizo en campañas anteriores, con resultados poco satisfactorios, este Plan de Fomento de la Lectura incluirá una ambiciosa campaña en los medios de comunicación, con mensajes dirigidos a los alumnos de 10 a 16 años. Además se pondrán en marcha actividades e iniciativas que tendrán como eje central la elaboración de páginas web.

La campaña se completa con el proyecto «Por qué leer a los clásicos», en el que colaborarán autores de prestigio, y con diversos proyectos en los municipios de menos de 50.000 habitantes, para los que hay previsto un programa de concursos dirigidos a estimular la lectura. También se celebrará este año el Simposio Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil.

Escolares que leen poco

Desde hace años, la lectura viene siendo un motivo importante de preocupación por parte de las autoridades educativas. El dictamen que elaboró la comisión presidida por el ex ministro Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona subrayó también la necesidad de potenciar la afición a la lectura entre los alumnos españoles, especialmente en la Enseñanza Secundaria Obligatoria, ya que los alumnos de Primaria suelen leer más.

Así lo confirman la encuesta elaborada hace dos años por el Instituto Nacional de Calidad y Evaluación y otras que también han analizado los hábitos lectores de niños y jóvenes. En este terreno, como en tantos otros, la adolescencia es la etapa más difícil.

Desde todos los sectores se apoya este Plan, aunque algunos consideran insuficiente la dotación económica prevista, teniendo en cuenta los amplios objetivos que se propone. Todo el mundo está de acuerdo no sólo en destinar más medios a las bibliotecas y a la formación del profesorado, sino en que la lectura debe integrarse dentro del horario escolar como una actividad más.

Eso mismo propusieron hace unos meses los responsables de la Federación para la Modernización de España, que organizaron la jornada «Cambios pedagógicos y fracaso escolar». Entre sus recomendaciones para paliar el galopante fracaso escolar, que afecta a cerca del 25% de los alumnos españoles, señalaban: «Todos los alumnos dedicarán una hora diaria en primaria y dos semanales en secundaria a la lectura de cuentos y de libros de acuerdo con su edad». Y también aconsejaban involucrar a los padres: «Se animará a los padres para que dediquen quince minutos diarios a leer con sus hijos cuando estén escolarizados en las etapas de Infantil y Primaria».

No existen fórmulas mágicas

No es fácil dar con una receta que cambie sustancialmente la situación, que afecta tanto a la población adulta como a los estudiantes, y que no es nueva en el panorama español. En general, hay coincidencia en resaltar los saludables beneficios que proporciona la lectura para el ser humano, pero en este asunto, por motivos muy diversos, existe una gran separación entre la teoría y la práctica. Convertir en realidad estos anhelos ha sido siempre complicado, pues nadie pretende que la lectura se considere una actividad obligatoria: sería contraproducente. Ya decía hace años el escritor Daniel Pennac que «el verbo leer no soporta el imperativo».

Es cierto que la escuela puede hacer mucho, pero los lectores iniciados en la escuela corren el peligro de abandonar, sobre todo si la familia no echa una mano. Y al revés, hay familias que intentan introducir en sus hijos una sólida afición por la lectura y ven cómo la pierden poco a poco en el colegio, por el desinterés de los compañeros y la apatía de algunos docentes que han tirado la toalla.

Es evidente el papel primordial de los profesores en el éxito de planes de este tipo. Sin embargo, los profesores, especialmente los de Lengua y Literatura, ven cómo se les carga con más responsabilidades a la vez que se reducen las horas para su asignatura en el plan de estudios, aunque el reciente Decreto de Enseñanzas Mínimas mejora esta situación.

De todas formas, parece cierto que una elevada proporción de aficionados a la lectura lo son por el ejemplo y el empeño de algún profesor. En este sentido, la inversión en bibliotecas y en formación específica para el profesorado puede ser decisiva. Si a esto se añade el entusiasmo y la imaginación de un buen número de docentes que ya están poniendo en práctica interesantes iniciativas, cabe ser optimista.

Hábitos de lectura y compra de libros en España

El informe elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España tenía como objetivo principal conocer los hábitos de compra de libros de los españoles. De pasada, habla también de cuánto y qué se lee.

El 42% de los encuestados se califican como no lectores; el 36%, lectores frecuentes (leen libros alguna vez a la semana); el 22% son lectores ocasionales (leen alguna vez al mes o al trimestre). Se confirma que las mujeres leen más que los hombres, aunque la diferencia es pequeña.

Los que más leen son los de 16 a 24 años, seguidos de los de 25-34 y los de 35-44. Los que menos, las personas de más edad. Quienes tienen título universitario son los que prestan más atención a la lectura. Los parados y los estudiantes leen más que las amas de casa o los jubilados.

Por géneros, la novela sigue siendo la opción más elegida (83%), seguida de historia (28%) y cocina y salud (16%). Sólo el 7,6% de los entrevistados leen ensayos.

El 30% de los encuestados no compran ningún libro al año; el 35% compran de uno a cinco. Compran más las mujeres (54,5%) que los hombres (45,5%). Y también compran más los que más leen: la población de 25-34 años, y especialmente los universitarios.

Entre los motivos para comprar un libro, el 64% lo hace por entretenimiento, el 21% por motivos de estudios o trabajo, y el 14% para regalar. Lo que se compra es fundamentalmente novela. Al comprar, los criterios de elección son: el tema (41,5%), el autor (23,3%), el título (11,8%) y sólo el 9,9% por recomendación de un profesor.

Adolfo TorrecillaGran Bretaña: cómo lograr que lea todo un país

De septiembre de 1998 a agosto de 1999 se celebró en Gran Bretaña un Año Nacional de la Lectura, promovido por el Ministerio de Educación. La opinión general es que tuvo éxito. Hace un año, los editores españoles invitaron a su congreso a la directora del proyecto, Liz Attenborough, para que hablara de esta experiencia (2).

«El objetivo -dijo Attenborough- era tratar de crear una nación de lectores». Se partía de una convicción: «Las escuelas no podrán alcanzar este objetivo por sí solas: necesitan del apoyo y el aliento de toda la comunidad, para lograr que la lectura no sea una práctica solo para la escuela, sino para la vida».

Un elemento principal del plan era, como subrayó la directora, involucrar a muy diversas personas e instituciones: municipios, medios de comunicación, empresas, escritores, el sector del voluntariado, libreros… Otro principio era que las iniciativas debían ser, sobre todo, locales.

Hubo que vencer algunos prejuicios. «Me di cuenta de que cuando uno dice ‘Año Nacional de la Lectura’, la gente automáticamente piensa: ‘niños’, seguido de ‘aprender a leer’. (…) Cambiar las ideas de los adultos es muy difícil, tanto como convencerlos de que vale la pena leer por placer». Pero el plan se dirigía también a los mayores, y la necesidad de fomentar la lectura entre estos era clara. «Un director del servicio de Correos me dijo que para ellos era tan importante disponer de una clientela culturalmente preparada como de personal culturalmente preparado. Si una persona llega a la oficina de correos y no es capaz de rellenar un formulario, los empleados perderán más tiempo atendiéndola. De modo que Correos invirtió mucho tiempo y dinero en apoyar los proyectos locales y nacionales de fomento de la lectura».

Las escuelas fueron un ámbito de actuación muy destacado. Pero se tuvo cuidado de ganarse a los profesores: «No queríamos que los profesores, ya bastante sobrecargados de trabajo, sintiesen que el Año de la Lectura podría convertirse en una carga extra para ellos; queríamos que lo considerasen un apoyo a su docencia y hacer que se reconociera la importancia de su labor». El gobierno concedió ayudas especiales a las escuelas para adquirir libros distintos a los de texto. También se puso en marcha «un gran proyecto para invitar a más autores a las escuelas: no para que hicieran una única visita con un público numeroso, sino para trabajar con grupos más reducidos de niños durante períodos más largos».

Para hacer llegar la campaña a todo el país, se procuró que colaborasen los medios de comunicación, lo que requirió cierta táctica. «Nos dimos cuenta de que la prensa se interesa más por las estadísticas pesimistas (…) Siempre era difícil conseguir que la prensa publicara las buenas noticias». Así que se emplearon algunos «trucos» para atraer el interés de los medios de comunicación: realizar encuestas y hacer intervenir a los famosos. Esto último se llevó a cabo con una condición: «Cuando lográbamos la participación de estrellas de la televisión o del deporte nos cerciorábamos de que fuesen auténticos lectores, capaces de hablar sobre el tema o de leer libros a los niños».

Parte del plan fue realizar una encuesta sobre hábitos de lectura, que reveló algunos datos significativos. Así, el 90% de las familias dice que lee libros, y el 45% compra libros o los toma prestados de bibliotecas. La mayoría de los encuestados dicen que no leen tantos libros como desearían, por falta de tiempo. También resultó que la gente se reserva las lecturas más difíciles para sus vacaciones, cuando dispone de más tiempo, en contra de la creencia común de que en ese período se leen libros ligeros.

En otro lugar (The Times Educational Supplement, 3-IX-2000), Attenborough hizo un balance del Año Nacional de la Lectura. Para ella, el más claro indicio de éxito es que el impulso no se ha agotado, sino que «muchos proyectos iniciados durante la campaña continúan vivos».

_________________________

(1) Raffaele Simone. La Tercera Fase. Formas de saber que estamos perdiendo. Taurus. Madrid (2001). 166 págs. 1.950 ptas. T.o.: La Terza Fase. Traducción: Susana Gómez López.

(2) Conferencia pronunciada en el III Congreso de Editores (Bilbao, 28 de junio a 1 de julio de 2000), organizado por la Federación de Gremios de Editores de España. Un extracto de la intervención se publicó en el Boletín de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez (otoño de 2000).

Una guía de literatura infantil y juvenilVer reseña de Luis Daniel González, Bienvenidos a la fiesta.

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