Cinco años después de la Cumbre de la Tierra

publicado
DURACIÓN LECTURA: 3min.

Contrapunto

Ya casi no nos acordamos, pero en junio de 1992 tuvo lugar en Río de Janeiro una concentración masiva de jefes de Estado y de gobierno: 117 mandatarios acudieron a la Cumbre de la Tierra, respondiendo a la llamada de la ONU. No era para menos. Se trataba, como decía el eslogan, de ¡salvar la Tierra!, amenazada por la inconsciencia humana. Los mensajes entonces difundidos rivalizaban en anunciar catástrofes inminentes debidas al calentamiento global, a la extinción de especies, al agujero en la capa de ozono, al desarrollo económico insostenible… Todo era grave y todo era urgente. Con gran solemnidad se aprobó la Carta de la Tierra, que enunciaba 28 grandes principios para «reinventar una civilización industrial y tecnológica» y la Agenda 21, un catálogo de 800 páginas con los programas de acción que había que promover en el próximo decenio.

Al cabo de cinco años, ha vuelto a reunirse en Río una conferencia internacional para hacer balance de la aplicación del programa de Río 92. El contraste entre ambas conferencias es llamativo. En vez de la concentración de jefes de Estado de entonces, en Río+5 el personaje internacional más popular ha sido Mijail Gorbachov, ex presidente de la ex URSS y actual presidente de la fundación Cruz Verde Internacional. Si en la anterior hubo más de dos mil representantes de ONGs del mundo entero, Río+5 sólo ha movilizado a seiscientos participantes de 84 delegaciones. Si la Cumbre de la Tierra fue un acontecimiento mediático que provocó un torrente de imágenes y suplementos especiales, ahora ha sido difícil enterarse por la prensa de que Río+5 ha tenido lugar.

La falta de atención pública no tendría tanta importancia si el programa de acción aprobado hace cinco años se estuviera aplicando de modo callado y eficaz. Pero no parece ser el caso. En una entrevista, Francesco di Castri, responsable en la UNESCO del seguimiento de los acuerdos de Río, explica qué se ha hecho de la famosa Agenda 21. «Más allá de las consabidas declaraciones de principios, la implementación real ha sido hasta ahora muy baja. Ningún país ha introducido todavía los principios de la sostenibilidad en su modelo de desarrollo». También es posible que esos criterios no estén muy claros, pues en los últimos años se han propuesto innumerables definiciones de desarrollo sostenible.

Tampoco nadie se preocupó de llevar una calculadora a la Cumbre de Río. «La Agenda 21 -afirma ahora Di Castri- se aprobó sin haber realizado previamente ningún análisis de los costes económicos, sociales e incluso psicológicos asociados a su aplicación. Además, en sus 800 páginas no hay una jerarquización de prioridades. Y sin prioridades no hay inversiones». Este es un típico defecto de estos magnos programas de acción, que para contentar a todos se van engordando a base de sumar medidas, sin establecer prioridades ni afrontar la incómoda necesidad de elegir entre alternativas. Pero cuando todo es importante, nada es importante.

En la reunión de Río+5 se han reelaborado las directrices ecológicamente correctas de la Carta de la Tierra, que serán presentadas ahora como «anteproyecto de referencia» a la asamblea general de la ONU para su aprobación. Pero si hace cinco años la Tierra estaba realmente tan amenazada como se decía, hemos perdido un tiempo precioso, y ahora es cuando la prensa debería estar lanzando un S.O.S.; y si no estaba tan amenazada, todo el circo mediático que se creó en torno a la Conferencia de Río fue inútil. Ciertamente, desempeñó un papel para «sensibilizar» a la opinión, pero esto puede hacerse asustando menos e informando más.

Quizá estas «cumbres» fueran más eficaces si se aplicaran a sí mismas un criterio de sostenibilidad: no celebrarlas más que cuando haya voluntad de llevar a la práctica sus resoluciones, sin comprometer los recursos de credibilidad de las generaciones futuras.

Ignacio Aréchaga

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.