Células madre de adulto regeneran la córnea y corazones infartados

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Médicos estadounidenses han desarrollado una técnica, a partir de células madre de adulto, para devolver la vista a personas que la han perdido por acción de agentes químicos, por quemaduras o por alguna enfermedad rara en los ojos. También se han obtenido adelantos recientes en la regeneración de tejido cardiaco después de un infarto, otra terapia que aprovecha las células madre de adulto.

El método utilizado para la recuperación de la vista es como una variante del trasplante de córnea. Consiste en extraer, de un donante o del propio paciente -si uno de los ojos está sano-, células madre del limbus -situado en el borde de la córnea- e implantarlas en el ojo enfermo. Estas células recubren el epitelio y lo mantienen transparente para que sea posible la visión.

«Se trata de un extraordinario avance que tiene, por lo menos a corto plazo, posibilidades para curar a bastantes pacientes», afirma el Dr. Richard Fisher, director del programa de tratamiento de enfermedades de córnea del National Eye Institute de Bethesda, en Maryland (Estados Unidos).

Cuando hay un solo ojo dañado, el porcentaje de recuperación de la vista se sitúa entre el 90% y el 100%. La tasa de éxito es elevada porque las células que se utilizan provienen del ojo sano del propio paciente, con lo que se evita el rechazo. En los pacientes con ceguera en ambos ojos, la tasa se reduce al 50%. De todas formas, también en este caso se ha logrado mejorar los resultados, como indican dos estudios publicados con un año de diferencia. El primero, sobre pacientes tratados en el Cincinnati Eye Institute (Estados Unidos), comunicaba que habían recuperado el 10% de la visión, por término medio. El segundo, aparecido este año en la revista Ophtalmology, se refería a otro grupo de pacientes a los que se había conseguido devolver el 12% de la visión.

Células madre extraídas de los propios pacientes también están sirviendo para tratar corazones infartados. A las experiencias ya realizadas con éxito en España y Alemania (ver servicio 130/02) se une otra llevada a cabo en Brasil por científicos del Texas Herat Institute de Estados Unidos y del Hospital Procardiaco de Brasil, así como de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Los resultados han sido publicados en la revista de la Asociación Americana del Corazón, Circulation (22-IV-2003).

El ensayo compara por primera vez la evolución de dos grupos de infartados. El primero, de 14 personas, recibió hasta 15 inyecciones de células madre. El otro, de siete, siguió un tratamiento convencional. Al cabo de dos meses, el estado de los pacientes que recibieron células madre era mejor: tenían menos anginas de pecho, fallos cardíacos y una mayor capacidad de bombeo de sangre. Todos los enfermos incluidos en el ensayo se encontraban en situación grave; en ambos grupos ha habido un fallecimiento.

Aunque la técnica utilizada en esta ocasión es la misma que se usó en España y Alemania, se han introducido importantes novedades. Primera, no se ha empleado todo tipo de células pluripotentes de la médula ósea, sino las llamadas CD34. Reciben este nombre porque tienen en su cubierta la proteína CD34, que las hace más fáciles de diferenciar. Estas células han demostrado, además, su capacidad para regenerar vasos sanguíneos, y son muy seguras. Sin embargo, todavía no está claro cómo actúan en la regeneración del tejido. No se conoce si su efectividad proviene de la gran capacidad que tienen para convertirse en células de otro tejido (cardíaco o vascular), o si inducen el crecimiento de las células musculares cercanas a las zonas dañadas. En segundo lugar, otra mejora es que se ha utilizado un nuevo sistema de diagnóstico por imagen para localizar las zonas del corazón afectadas.

Los investigadores han tardado apenas cuatro horas desde la extracción de las células de la médula ósea de los propios pacientes, hasta conseguir un cultivo adecuado de células madre que introdujeron mediante un catéter por la aorta en los corazones de los enfermos. También en este caso, como se emplean células del propio paciente, no hay riesgo de rechazo.

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