Brasil quiere una universidad interracial

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En Brasil, la cuestión de la discriminación positiva ha llegado al Parlamento. Un proyecto de ley, que se encuentra paralizado, propone reservar un 50% de las plazas universitarias a alumnos de la escuela pública, y dentro de este porcentaje, una fracción se reservaría a alumnado no blanco. Esta medida se añadiría al «Programa Universidad para Todos», puesto en marcha hace dos años y que contempla becas por valor de 100 euros mensuales para jóvenes de los entornos más desfavorecidos. En este curso se benefician del programa 110.000 becarios, de los cuales casi la mitad son jóvenes negros.

Pero ya una veintena de universidades brasileñas ha comenzado a implantar un sistema de cuotas raciales, entre ellas la Universidad Federal de Río de Janeiro, que desde 2001 reserva el 40% de sus plazas a alumnado no blanco. La principal justificación que se esgrime es la sobrerrepresentación de los blancos en la universidad. La Universidad Federal de São Paulo cuenta con menos de un 10% de estudiantes negros, pese a que el 34% de la población del estado es de esta raza. En la Universidad de Brasilia, los negros son poco menos de un tercio, aunque suponen más de la mitad de la población estatal. Para elevar esa proporción, ha decidido reservar un 20% de las plazas para alumnos negros.

En cualquier caso, el verdadero éxito del sistema no dependerá de los alumnos que entren sino de los que terminen sus estudios. En universidades como la Universidad Estatal de Mato Grosso do Sul, que aplica cuotas a favor de alumnos negros e indios, ya se ha observado que lo difícil es mantener al indígena hasta el final, pues tienen muchos problemas económicos y de adaptación.

¿Categorías raciales o sociales?

La desproporción en la presencia de las razas en la Universidad ¿es un caso de discriminación racial o un problema de desigualdad social? Varios diputados se inclinan más por la segunda hipótesis, aunque sin desconocer que existe discriminación racial en la sociedad brasileña. Casi dos tercios de los 53 millones de pobres brasileños, argumentan, son negros. Pero eso no justifica que se los considere como una categoría racial. Son, ante todo, pobres.

Otros destacan que el proyecto de ley favorece solo a los alumnos de escuelas públicas, cuando hay no pocos negros de «favela» que estudian en colegios privados comunitarios.

El sistema de cuotas está siendo criticado sobre todo por la clase media. Se repiten argumentos ya oídos en otras latitudes: la discriminación positiva se opone a los principios de meritocracia e igualdad. La universidad brasileña goza además de relativo prestigio en Iberoamérica que podría verse amenazado.

Pero el argumento tiene también su reverso: sólo un 9% de los jóvenes en edades comprendidas entre los 18 y los 24 años cursan estudios superiores, frente al 27% de Chile y el 39% de Argentina. ¿Justifican estas circunstancias arriesgar la posibilidad de cierta pérdida de calidad a cambio de que más jóvenes puedan acceder a la universidad? El Gobierno se inclina por el sí.

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Ver también La universidad de élite francesa tantea la discriminación positiva y La experiencia de Estados Unidos: Lo que ayuda a las minorías.

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