Brasil cerró el año con un balance socio-económico positivo

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São Paulo. A pesar de las previsiones catastrofistas que se hacían a comienzos de 1999, el balance socioeconómico de Brasil al cerrar el año fue positivo. El presidente Fernando Henrique Cardoso completa con alivio el primer año de su segundo mandato. Entrevistado por la revista Veja, comentó: «Ha sido el período más difícil de mi presidencia. Al inicio del año tuve la clara sensación de que todo lo que habíamos construido podía volar por los aires».

No era para menos. En enero, debido a una pérdida progresiva de reservas, el Banco Central abandonó el tipo de cambio fijo y dejó la moneda flotar libremente. El real pasó de 1,34 por dólar a cerca de 2,00.

Con la nueva política cambiaria se temía la vuelta de la vieja señora, la inflación, para ajustar cuentas con una estabilidad de cuatro años. La elevación de las tasas de interés para evitar la fuga de capitales y reprimir una posible inflación de demanda hacía también prever una contracción de la actividad económica. La contrapartida positiva sería el estímulo a las exportaciones.

Ninguna de la previsiones se cumplió. La inflación acumulada hasta noviembre fue un 8%, las tasas de interés bajaron hasta el 19%, el real se apreció frente al dólar, pasando de 2,00 a 1,85, y el PIB tuvo un muy ligero crecimiento. Las exportaciones, por su parte, no despegaron.

Las proyecciones económicas para el año 2000 estiman un crecimiento en torno al 2,5%. Entre las nubes que amenazan el horizonte económico de Brasil se encuentra una ingente deuda interna. Las reformas fiscal, de la seguridad social y administrativa, propuestas por el poder ejecutivo y necesarias para la estabilidad de la economía del país, continúan arrastrándose por los pasillos del Congreso Nacional (ver servicio 68/97).

El balance social de los últimos años también es positivo, a la luz de los más recientes datos divulgados por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.

Del lado de los avances, de 1993 a 1998 la tasa de analfabetismo de niños de 10 a 14 años ha bajado del 11,3% al 6,9%. En ese mismo período, el porcentaje de niños no escolarizados bajó del 11,4% al 5,3%.

Un reciente informe de UNICEF denunciaba la situación del trabajo infantil en Brasil. Es una realidad innegable, pero una realidad que está mejorando. En los últimos cinco años, el número de niños de 10 a 14 años que trabajan pasó de 3,4 millones a 2,5 millones. La actividad agraria concentra la mayor parte de la mano de obra infantil (61,2%).

Las acentuadas diferencias regionales representan un problema adicional importante. Mientras que en la región sureste el PIB per cápita en 1997 fue de 4.020 dólares (a precios corrientes), en el noroeste era 1.348 dólares, en el norte 1.742 y en el centro-oeste 2.707.

Esta disparidad se ve confirmada por la contribución de los diversos Estados al PIB nacional. Según datos de 1997, São Paulo aporta el 35% del PIB del país. Cuatro Estados -Rio de Janeiro, Minas Gerais, Rio Grande do Sul y Paraná- suman el 34%. El 31% restante corresponde al conjunto de los demás Estados. Esos porcentajes se asemejan a los de 1985, lo que indica una perpetuación de las desigualdades regionales.

José María Rodríguez Ramos

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