Bibliotecas abiertas hasta el amanecer

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Iniciativas

El chico llegó el sábado a casa a las 4 de la madrugada. Al día siguiente explicó que había estado estudiando en la biblioteca del barrio. Sus padres le miraron con recelo, pero le creyeron. Hicieron bien: era verdad. Es uno de los estudiantes madrileños que se han beneficiado del plan «Abierto hasta el amanecer», que ha estado funcionando tres semanas durante la época de exámenes. Financiado por Caja Madrid, este programa ha mantenido abiertas sin interrupción seis bibliotecas desde las nueve de la mañana del viernes hasta las dos de la tarde del domingo, en barrios de mucha población joven. Gratis y sin derecho a consumición. Éxito total.

Las seis bibliotecas ofrecían 850 puestos. Y a lo largo de las 53 horas de cada fin de semana han tenido más de 5.000 usuarios. No hubo overbooking, pero tuvieron una afluencia notable de estudiantes. El programa ha salido al paso de una necesidad insatisfecha: un lugar donde estudiar los fines de semana, sobre todo en épocas de exámenes, lejos de los «peligros» que acechan en casa (la televisión, la música, el frigorífico…). Los estudiantes son conscientes de sus debilidades, y prefieren refugiarse en un sitio con clima de estudio.

Esta iniciativa revela también una carencia de los programas para la juventud. A menudo, cuando se trata de ofrecer iniciativas a los jóvenes, se piensa inmediatamente en crear centros de ocio, en llenar el tiempo libre. Pero si algo empieza a sobrar en nuestra sociedad son oportunidades de ocio para los jóvenes, en discotecas, bares de copas, cines y demás espectáculos. Es un sector bien atendido, pues no en vano los jóvenes dejan allí su dinero.

Para los estudiantes es a veces más difícil encontrar sitio en la biblioteca que en la discoteca. En ciertas épocas hay que estar a primera hora para reservar el puesto. Y todavía muchas bibliotecas consideran un exceso abrir los fines de semana. Así, aunque discutimos mucho sobre los horarios de los bares de copas, apenas se ha planteado ampliar la apertura de las bibliotecas.

Caja Madrid ha tenido el acierto de atender una necesidad cultural básica. Tantas veces el dinero destinado a la cultura se entierra en proyectos faraónicos, donde solo cuenta hacer algo impresionante, aunque después haya que inventarse su función. O bien se emplea en florituras dispersas, que pasan sin pena ni gloria. En cambio, quizá una biblioteca pública no puede ampliar su horario porque su presupuesto no prevé pagar a un conserje y a una bibliotecaria los fines de semana. Pero pocas cosas dejan más huella en la formación humana y cultural de una persona que las horas pasadas estudiando allí.

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