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Berlín: El miedo sube a escena en la Ópera

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Berlín. La cancelación de una ópera en Berlín por miedo a ataques islamistas ha desatado un nuevo debate acerca de los límites de la libertad de expresión y el respeto a los sentimientos religiosos. En su puesta en escena de «Idomeneo», de Mozart, el director alemán Hans Neuenfels presenta a Jesús, Mahoma y Buda decapitados. Tras recibir advertencias de la policía de que la obra podría constituir una amenaza para la seguridad pública y convertirse en objetivo de ataques de extremistas musulmanes, la directora de la Deutsche Oper, Kirsten Harms, decidió eliminarla del programa. Desde entonces, los principales políticos del país han criticado el proceder de Harms y lamentan principalmente la «autocensura en el arte» y «obediencia precipitada» a los extremistas. En el debate, sin embargo, sólo muy pocos parecen haberse parado a pensar si las escenas podrían dañar o no los sentimientos de los musulmanes o de los fieles de otras religiones.

Cuando se canceló la ópera no había habido amenazas concretas de islamistas. Pero la policía consideró que la representación podría ser objeto de ataques basándose sobre todo en las experiencias de las protestas desatadas por las caricaturas de Mahoma en Dinamarca.

Las críticas al islam no constituyen en absoluto un tema en la versión original de «Idomeneo», compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). La trama se desarrolla en la antigua Grecia y gira en torno al rey de Creta, quien regresa a casa como vencedor de la guerra de Troya. En alta mar se ve amenazado por una tormenta y promete que, si sobrevive, sacrificará en honor al dios de los mares Poseidón al primer hombre que se encuentre al llegar a tierra. El barco de Idomeneo naufraga, pero el rey sobrevive. Su horror es grande cuando, al llegar a tierra, el primero que acude a recibirlo es Idamante, su propio hijo. Idomeneo trata en vano de eludir el cumplimiento de su promesa enviando a su hijo a una isla lejana, pero un monstruo le impide partir. Ilia, la amada de Idamante, se ofrece entonces como ofrenda en lugar del hijo del rey. Poseidón muestra finalmente compasión, pero pone una condición: Idomeneo debe abdicar y entregar el trono a su hijo.

Dicho argumento no tendría por qué molestar a musulmanes ni a fieles de ninguna otra religión. Sin embargo, Neuenfels da un giro radical en el epílogo y muestra a un Idomeneo que trata de liberarse de la dictadura de los dioses, algo que expresa con una imagen contundente: el rey coloca las cabezas sangrantes de Jesús, Mahoma, Buda y Poseidón sobre sillas blancas. El alemán entiende la obra de Mozart como un alegato en pro de la autodeterminación del ser humano, algo con lo que justifica la irreverencia a lo sagrado.

La puesta en escena de Neuenfels había sido estrenada ya en diciembre de 2003. Por aquel entonces cosechó fuertes críticas, pero ni mucho menos llegó a convertirse como ahora en objeto de debate a nivel internacional, después de las protestas en países musulmanes desatadas por las caricaturas de Mahoma publicadas en la prensa danesa y por el discurso del Papa Benedicto XVI en la universidad de Ratisbona. Pese a que en «Idomeneo» aparecen decapitados los fundadores del cristianismo, el islam y el budismo, ha sido sólo la presencia de Mahoma la que ha desatado la polémica. En este caso, no han sido las protestas violentas las que han saltado a las portadas, sino la decisión por adelantado de retirar la obra de la cartelera para evitar posibles ataques, en un país en el que viven 3,5 millones de musulmanes.

¿Sobra la escena?

En vista de los acontecimientos de los últimos meses, el director de la Opera de Magdeburgo, Tobias Wellemeyer, instó a preguntarse si la polémica escena final de «Idomeneo» está a la altura de las circunstancias, casi tres años después de su estreno, y consideró que también el arte tiene fecha de caducidad: «Si una representación o una escena se corresponde con los actuales puntos de vista y con la realidad política, ningún jefe de policía del mundo se opondrá a que se represente, aunque incluya alguna posición radical».

En una entrevista publicada en el diario «Neue Presse» (27-09-2006), la canciller Angela Merkel calificó de «intolerable» la cancelación de la obra. «Tenemos que cuidarnos de no echarnos atrás cada vez más por miedo a extremistas violentos. Es intolerable la autocensura por miedo», dijo la jefa de gobierno democristiana. Desde su punto de vista, «sólo es permisible autoimponerse límites si se hace de manera responsable en el marco de un diálogo de las culturas verdadero y completamente libre de violencia».

Como ya ocurrió a principios de año en el debate en torno a las caricaturas de Mahoma, son numerosas las voces que se refieren a la libertad artística como un valor supremo. Sin embargo, en el actual debate, han sido bastantes menos los que han instado igualmente al respeto de las religiones. A juzgar por los comunicados de la Deutsche Oper, en su decisión parece haberse prestado atención exclusiva a la situación de seguridad, sin que haya tenido influencia alguna la posibilidad de que «Idomeneo» dañe los sentimientos de los musulmanes o de otros fieles.

El presidente del grupo parlamentario de la Unión Cristiano-Social (CSU) en Baviera, Joachim Herrmann, consideró un error haber cancelado la obra por miedo al terror islamista y afirmó que la representación tendría que haber sido cuestionada ya mucho antes por su contenido. Herrmann calificó de «burla y violencia psíquica contra muchos fieles» la presentación de las cabezas de Jesús, Buda y Mahoma y afirmó que el rechazo al terror islamista debe ir acompañado de más respeto a los sentimientos religiosos.

Desde la comunidad musulmana, Ali Kizilkaya, presidente del Consejo Central de los Musulmanes en Alemania, una de las numerosas organizaciones que representan a los musulmanes en el país, consideró que la libertad de expresión es importante, pero que «no se puede ofender gratuitamente a los demás». A este respecto, criticó también la representación negativa de Jesús.

De todas maneras, miembros de la comunidad musulmana consideraron también que la cancelación de la obra es perjudicial para los musulmanes, al darse la impresión de que son mayoría los extremistas dispuestos a la violencia. Según el director del Centro de Estudios Turcos de Essen, Faruk Sen, los musulmanes son presentados ahora «como intolerantes que no respetan las libertades occidentales».

Vicente Poveda

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