Ralf Dahrendorf: una sociología de la libertad

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Ralf Dahrendorf (1929-2009) ha sido uno de los sociólogos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Tan alemán como inglés, defendió una libertad con vínculos sociales y el fortalecimiento de la sociedad civil.

Si algo ha caracterizado la vida de Ralf Dahrendorf, fallecido el 17 de junio en Colonia, ha sido su compromiso con la libertad, siguiendo el ejemplo de aquellos intelectuales del siglo XX que se opusieron decididamente a los regímenes totalitarios. Tal vez fue la admiración que sentía por algunos de esos pensadores, entre los que se encontraba uno de sus maestros en la London School of Economics, Karl R. Popper, lo que le llevó a dedicarles un sincero homenaje en el último de sus libros, La libertad a prueba.

Dahrendorf también tomó conciencia muy pronto del valor de la independencia intelectual, la honestidad y la defensa de la libertad en un contexto político borrascoso y amenazante. Nacido en Hamburgo, en 1929, la familia Dahrendorf sufrió el azote del nazismo y de la guerra. No es casual que pronto se sintiera atraído por el mundo anglosajón, el liberalismo británico y el pragmatismo sociológico. Tras estudiar filosofía y sociología y doctorarse en la Universidad de Hamburgo, decidió ampliar estudios en la London School of Economics, uno de los centros de ciencias sociales más prestigiosos del mundo.

Durante los años sesenta, comenzó su recorrido como profesor por diversas universidades alemanas. Dahrendorf perteneció a esa generación de sociólogos que tomaron el testigo de los grandes teóricos sociales. En este sentido, participó en el famoso congreso de la Sociedad Alemana de Sociología celebrado en Tubinga en 1965, en el que la tradición de la Escuela de Frankfurt, representada por Adorno y un joven Habermas, se midió con las propuestas del racionalismo crítico, con Popper y Albert a la cabeza. Más tarde, entre 1967 y 1970, el propio Dahrendorf presidió la institución que promovió el encuentro.

Se dio a conocer al público especializado con diversos ensayos, entre los que destacan Las clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial (1957), Sociedad y Sociología: la Ilustración aplicada (1962) y Homo Sociologicus (1965). Pero también fue un asiduo colaborador en publicaciones destinadas al público general. Asimismo, logró notoriedad pública cuando comenzó a interesarse por el ejercicio de la política activa: se afilió al Partido Liberal alemán y fue diputado, sirvió como viceministro de Exteriores y más tarde fue Comisario Europeo en Bruselas.

En los años setenta se asentó en el Reino Unido. Durante diez años (1974-984) se encargó de dirigir la famosa London School of Economics y también enseñó en la Universidad de Oxford. Su pasión por la cultura británica y rápido proceso de adaptación a las costumbres inglesas explican que decidiera convertirse en ciudadano británico a finales de los ochenta. La Reina Isabel Segunda le nombró Barón y entró en la Cámara de los Lores en 1993.

Entre la política y la sociología

Es más fácil valorar la aportación de Dahrendorf a la sociología si se tiene en cuenta que en su obra se entrecruzan la tradición continental -más dada a la abstracción y a la construcción de grandes sistemas- y la anglosajona -centrada en el estudio de los fenómenos concretos, en la obtención de datos y en la comprobación empírica-. Así lo explicaba al comienzo de uno de sus ensayos más importantes: “A mediados del siglo XX el sociólogo se halla en una situación poco agradable, pues mientras pretende sentar y afirmar los fundamentos de su ciencia (…) se le exige, con apremio, soluciones de aplicación inmediata y validez universal”.

Desde esta perspectiva, su contribución más importante ha sido la llamada “teoría del conflicto social”. Frente al funcionalismo de Parsons, en el que primaba una imagen de la sociedad estable y equilibrada y que era la teoría dominante en el panorama sociológico, Dahrendorf, junto con otros, apuntó que lo relevante no es la armonía ni el consenso sino la pluralidad de intereses y la pugna y la confrontación entre ellos; de ahí que reivindicara la tensión interna a la sociedad como motor del cambio y el progreso social.

Con los años, Dahrendorf se fue alejando de la sociología académica y se adentró en el campo de la filosofía y la ciencia política. Se definía a sí mismo como liberal y se mostraba escéptico ante cualquier intento de intervención pública, pero era consciente de los riesgos que conlleva una política excesivamente liberal: el individualismo y la pérdida de los lazos sociales.

Para el avance de las libertades, Dahrendorf veía necesario articular dos conceptos: oportunidades y ligaduras. Las oportunidades exigen que los ciudadanos tengan derechos de participación y una provisión de bienes y actividades entre las que poder optar. Las ligaduras son vínculos que dan cohesión a la sociedad.

En sus últimos ensayos se aprecia una inquietud común: ¿cómo construir vínculos entre los individuos que conforman el cuerpo social, cómo lograr una ciudadanía madura y responsable, sin riesgos para la libertad individual? Para Dahrendorf, el remedio más eficaz era estimular las iniciativas de la sociedad civil y promover la actividad de los grupos intermedios; en esto último veía una salida para escapar tanto a los efectos del individualismo como a los peligros del colectivismo.

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