Kofi Annan llama al orden a los dirigentes africanos

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Poco antes de su reciente viaje a ocho países africanos, el secretario general de la ONU, el ganés Kofi Annan, presentó al Consejo de Seguridad de la misma organización un informe sobre África donde analiza las causas de tantas guerras y propone algunas recomendaciones para promover paz y desarrollo duraderos.

La imagen sangrienta de África es real, pues sólo en 1996 hubo conflictos armados en 14 de los 53 países del continente. Esos enfrentamientos armados «han causado más de la mitad de las muertes por guerra de ese año en todo el mundo y han heho surgir ocho millones de refugiados y desplazados». Annan carga una parte de la responsabilidad de que persistan tales conflictos a espaldas de la propia ONU y de la comunidad internacional, porque «no se hizo lo suficiente para garantizar la paz duradera», ni «para crear las condiciones de un desarrollo sostenible».

El origen de los enfrentamientos es complejo, como el propio continente. El carácter multiétnico de casi todos los países africanos es una de las causas «que exacerban las tensiones y los miedos existentes». Pero, pasadas ya tres décadas desde que los países africanos obtuvieron su independencia, ya no se puede echar la culpa al pasado colonial, advierte Annan. La corrupción y el autoritarismo de numerosos líderes africanos son el origen principal de muchos conflictos: «En demasiadas ocasiones, las normas establecidas después de lograr la independencia se han caracterizado por la fórmula ‘el ganador se lleva todo’, y la victoria en las urnas ha dado derecho al control total de la riqueza y los recursos del país».

Annan propone como objetivos para África «la buena gobernabilidad, el respeto de los derechos humanos y el imperio de la ley, el fortalecimiento de la democracia, la promoción de la transparencia y la eficacia de la administración pública».

Para lograr cumplir lo más posible de este programa sugiere algunas ideas: que los gobiernos africanos reduzcan su compra de armamentos al 1,5% del PIB; crear un mecanismo internacional que asegure la neutralidad y el desarme de los campos de refugiados, que deben estar siempre lejos de las fronteras; que el Consejo de Seguridad se reúna dos veces al año para impulsar sus proyectos en África; que se estudie cancelar la deuda a los países africanos más pobres; que se promuevan normas nuevas en pro de la transparencia de las administraciones públicas, y que se eliminen barreras arancelarias para los productos africanos.

En cuanto a las sanciones económicas que se usan para presionar a algunos gobiernos, Annan piensa que es preciso dirigirlas más atinadamente hacia los dirigentes, congelando «sus propiedades personales e institucionales y las de sus parientes», y restringiendo su libertad de viajar al extranjero.

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