Amartya Sen, un economista preocupado por la justicia social

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Amartya Sen. CC: Suzanna Finley /Asia Society

Al conceder el Premio Nobel de Economía al economista indio Amartya Sen, la Academia de las Ciencias sueca ha galardonado a un teórico del desarrollo que es a la vez un filósofo preocupado por la justicia social y la lucha contra la pobreza. La Academia ha destacado que los estudios de Sen «han contribuido a restaurar la dimensión ética del debate económico y social, combinando instrumentos económicos y filosóficos».

Sen, de 64 años, profesor del Trinity College de Cambridge, ha recibido el premio por sus investigaciones sobre el origen de la pobreza y de las hambrunas, y por sus estudios sobre la economía del bienestar, donde adopta un punto de vista crítico del utilitarismo. Entre sus trabajos sobre la teoría de la elección social, destacan los que se ocupan de las medidas de la desigualdad y del modo de definir principios para la comparación del bienestar de los individuos. Sen ha defendido la necesidad de basar las comparaciones no en la simple medida de los ingresos individuales, sino en las oportunidades que proporcionan esos ingresos. En este sentido, ha inspirado nuevos criterios para la medición del bienestar, como los que usa el Informe sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas.

En sus investigaciones sobre el origen de las hambrunas, Sen ha demostrado que no se deben a la falta de producción de alimentos o a catástrofes naturales, sino a estructuras sociales -como la falta de democracia y de libertad de prensa- que impiden el control político del gobierno. Según Sen, «el hambre no ha afligido nunca a ningún país que sea independiente, que convoque elecciones con regularidad, que tenga partidos de oposición para manifestar las críticas, que permita que los periódicos informen libremente y cuestionen la validez de las políticas de los gobiernos sin una gran censura». Es la democracia, entendida como «movilización colectiva», lo que impide que se den crisis de hambre generalizada.

A esto se puede objetar que los países democráticos suelen ser además bastante ricos y, por tanto, inmunes por otras razones a las hambrunas. Sin embargo, es un hecho que las naciones pobres pero democráticas nunca han padecido hambrunas: en este caso están la India, Botswana o Zimbabue.

Para Sen, las causas que hacen a los países democráticos inmunes a las hambrunas son dos: los incentivos políticos y la información independiente. En primer lugar, la hambruna se evita cuando el gobierno toma las medidas necesarias -que siempre son posibles-; pero no lo hará si no está eficazmente motivado. ¿Cuál es la diferencia, a este respecto, entre un régimen democrático y otro que no lo es? «Las hambrunas matan a millones de personas en distintos países del mundo, pero no matan a sus dirigentes. (…) Y, si no hay elecciones, ni lugar para una crítica pública y no censurada, los que tienen la autoridad no tienen por qué sufrir las consecuencias políticas de su fracaso en la prevención de hambrunas».

En segundo lugar, las hambrunas pueden preverse y evitarse cuando se conocen, a tiempo, sus primeros signos. Por eso la información es un factor fundamental. Un sistema de información adecuado permite reaccionar con presteza a los indicios de una hambruna en ciernes, recogiendo y transmitiendo al gobierno los datos necesarios. Sin embargo, en los países no democráticos la información no suele ser independiente, y se encuentra sometida a presiones e intereses.

Amartya Sen recuerda el ejemplo de China, un país no democrático que contando con una poderosa red de información no supo hacer frente a una hambruna en los años 60 en la que murieron 29 millones de personas: «La falta de libertad en los medios de comunicación confundió también al gobierno, alimentado por su propia propaganda y por los rosados informes que facilitaban las autoridades locales y que competían por hacer méritos en Pekín. Así, existen pruebas de que, cuando la hambruna llegó a su punto culminante, las autoridades chinas creían erróneamente que tenían 100 millones de toneladas más de cereales de las que tenían en realidad».

Sen señala, además, que no siempre las hambrunas están relacionadas con descensos de la producción de alimentos sino con la distribución de los mismos: «En más de una ocasión, la India, Botswana y Zimbabue han sufrido, sin padecer hambrunas, mermas y dislocamientos mucho mayores en la producción de alimentos que Sudán, Etiopía y Malí». La diferencia entre unos y otros países está en las políticas llevadas a cabo por los respectivos gobiernos, por no mencionar las catástrofes no naturales como las guerras.

Este economista criticó en su día las campañas de esterilización que el gobierno de Indira Gandhi había puesto en marcha en la India, por considerar que la lucha contra la pobreza requería otro tipo de actuaciones.

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