Alimentos que no llegan a alimentar

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El racimo de uvas que se tira al cubo porque algunas se han podrido, o las sobras de unas judías de la cena que, tras cuatro días en frío, terminan en el mismo destino, son la cara más visible del desperdicio de alimentos: el consumidor, con la nevera a tope, no tiene un estómago lo suficiente amplio y ágil como para darle a todo lo almacenado el cauce que merece. Pero el hogar no es el único sitio donde los alimentos se deterioran y pierden la función para la que fueron producidos. En el caso de los de origen vegetal, muchas toneladas quedan en el camino en los procesos de cosecha, procesamiento y distribución. Según el informe

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