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Abrir a los países pobres los mercados de los ricos, la mejor ayuda al desarrollo

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La liberalización del comercio es uno de los elementos básicos de la llamada «globalización» de la economía. Pero esta liberalización es asimétrica. Mientras los países en desarrollo (PED) han abierto considerablemente sus mercados a los productos procedentes del mundo industrializado, siguen encontrando fuertes barreras a sus propias exportaciones. Esto es lo que destaca el último informe anual de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).

El informe recuerda que, tras la crisis de la deuda externa, en la década anterior, se prescribió el remedio de la liberalización rápida, que proporcionaría a los PED acceso a capitales, mercados y tecnología extranjeros. La cura no ha resultado tan buena como se suponía. El crecimiento de los PED en esta década ha sido mayor que en la anterior, pero dos puntos inferior al de los años 70, y ha pasado del 6% anual en 1996 a menos del 2% en 1998 (menos del 1% si se excluye a China). El aumento del flujo de capitales a los PED no es en realidad más que una vuelta a las cifras anteriores a los años 80, la «década perdida». La diferencia es que ahora están más concentrados: un pequeño grupo de 20 «mercados emergentes» han recibido el 90% de los capitales extranjeros. Además, la deuda externa vuelve a subir: en Latinoamérica, por ejemplo, el peso de la deuda (monto del débito dividido por el valor de las exportaciones) ha crecido un 200% el año pasado.

Entre las causas de estos decepcionantes resultados, la UNCTAD atribuye la mayor importancia a las relacionadas con el comercio internacional. La «liberalización salvaje», dice, ha llevado a un fuerte incremento de las importaciones en los PED, sin que las exportaciones hayan podido crecer al mismo paso. Y, sobre todo, los PED han sufrido un continuo descenso de la relación real del intercambio (proporción entre el índice de precios de las exportaciones y el de las importaciones), que ha ido mermamdo el poder adquisitivo de sus exportaciones. Por término medio, los déficits comerciales de los PED son un 3% más altos que antes de la «década perdida». En cambio, los países desarrollados (PD) han salido ganando, en general, con la liberalización, por el descenso de precios de los productos que exportan los PED. El año pasado, los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se ahorraron unos 60.000 millones de dólares en sus compras de petróleo, suma superior al total de su ayuda oficial al desarrollo.

Si los PED, que importan más que antes, obtienen menos de sus exportaciones, se debe en buena parte, señala el informe, a las barreras impuestas por los PD. Este proteccionismo impide a los PED sacar provecho de sus ventajas competitivas, actuales o potenciales. Sólo por lo que se refiere a la industria de baja tecnología, los muros comerciales hacen que los PED pierdan 700.000 millones de dólares al año en ingresos por exportaciones. La magnitud de esta suma se aprecia bien si se considera que es el cuádruplo del flujo anual medio de capitales a los PED en la presente década.

Si los PD no abren sus mercados, es imposible que los PED crezcan de modo estable. Con la liberalización, y a falta de suficientes ingresos por exportaciones, los PED tienen que ir a la caza de capitales privados extranjeros para sostener el crecimiento. Pero estos capitales son muy volátiles: «dinero caliente» que migra de una parte a otra en busca de los intereses más altos. De modo que el acceso a los mercados, no el «dinero caliente», es la clave del desarrollo, concluye el informe.

En consecuencia, la UNCTAD insta a que los PD rebajen los aranceles impuestos a los productos procedentes de PED. Añade que es preciso revisar ciertas prácticas comerciales de los PD, supuestamente dirigidas a asegurar el juego limpio en los intercambios o a proteger a los consumidores, pero que en realidad son instrumentos para controlar las importaciones: en concreto, se refiere a las medidas antidumping y a las normas de sanidad y seguridad que se exigen a los productos importados.

Pero tal vez la llaga más dolorosa en que hurga la UNCTAD es los subsidios a los agricultores de los PD: 350.000 millones de dólares anuales en la OCDE, el doble del valor de las exportaciones de los PED. Hay que suprimirlos, dice sin ambages el informe.

El mensaje de la UNCTAD va dirigido a la Organización Mundial del Comercio (OMC), que el 30 de noviembre dará inicio en Seattle a una nueva ronda de negociaciones. Así como la «Ronda Uruguay», de la que nació la OMC (heredera del GATT), impulsó la liberalización, la UNCTAD desea que la próxima «Ronda del Milenio» adopte una «agenda comercial positiva», centrada en el derribo de las barreras comerciales a las exportaciones de los PED, a fin de corregir la actual asimetría. El informe de la UNCTAD reconoce que la eliminación del proteccionismo es impopular en los PD, pero sostiene que «los gobiernos del norte deben esforzarse más por convencer al público, a veces escéptico, de que aumentar el comercio con el sur reportaría beneficios directos en forma de crecimiento del empleo y de las rentas».

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