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Nada de jubilaciones anticipadas

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Otro de los focos del informe (1) es cómo estimular la contribución que los trabajadores de más edad pueden prestar a la economía y a la sociedad. Ya que dentro de poco, por factores demográficos, habrá escasez de mano de obra, hay que conseguir que los trabajadores no se jubilen anticipadamente e, incluso, que decidan seguir trabajando después de la edad legal del retiro.

La próxima jubilación de las generaciones pletóricas del baby boom de postguerra será un momento crucial. Dentro de unos 6 años, la población de 20-59 años empezará a disminuir a razón de 1-1,5 millones anuales. Y esto va a ser uno de los mayores obstáculos para mantener el dinamismo de la economía europea.

Para frenar ese descenso será preciso aumentar la tasa de actividad de los mayores de 60 años. En 2007, a los 60 años solo seguían trabajando el 50% de los hombres y el 40% de las mujeres. Aunque son tasas bajas, han mejorado diez puntos respecto a las de 2000, lo cual indica que la tendencia hacia una jubilación cada vez más temprana se está frenando.

El empleo después de la edad legal de jubilación -los 65 años en la mayoría de los países europeos- es muy raro: solo un 13% de los hombres y un 7% de las mujeres de 65-69 años siguen trabajando, sobre todo a tiempo parcial. El informe sugiere que el empleo a tiempo parcial puede ser una buena transición desde el trabajo al retiro. Y como los trabajadores de las futuras cohortes gozarán de mejor educación y habilidades, sobre todo en el ámbito digital, es de esperar que las empresas tengan más interés en seguir contando con ellos.

¿Trabajar o cuidar nietos?

Pero también a esta edad vuelve a ser problema en bastantes casos la conciliación entre el posible empleo y la dedicación a la familia. El cuidado de los nietos o de adultos dependientes es un obstáculo para seguir trabajando, sobre todo en el caso de las mujeres en los cincuenta o sesenta años. Aunque también podría decirse que muchas veces los abuelos cumplen esa función de custodia de los niños que permite trabajar a las madres.

Junto a la participación laboral de los trabajadores mayores, también interesa su contribución social. Por eso en varios Estados europeos se procura impulsar la actividad de voluntariado de los mayores. Los hombres tienden a estar más involucrados que las mujeres en actividades distintas del cuidado familiar, y las personas más educadas se implican también más que las de menos nivel de formación. Sin embargo, la proporción de mayores de 65 años que participan en esas actividades es baja: en torno a un 25% en actividades promovidas por las Iglesias, un 3% en partidos políticos y sindicatos, y alrededor de un 20% en actividades recreativas.

Para que una sociedad sea capaz de hacer frente al envejecimiento de la población no hay que tener en cuenta solo la tasa de dependencia, es decir, la relación entre los mayores de 65 años y la gente en edad de trabajar (15-64 años). Lo más decisivo es cuántos inactivos tendrán que ser mantenidos por la población activa, que es bastante menor que el total de población de 15-64 años. Actualmente, menos de dos tercios (65,4% en 2007) de la población en edad laboral está de hecho trabajando. Por lo tanto hay un buen potencial para aumentar el empleo, sobre todo entre las mujeres y entre los trabajadores de más edad.

Mejorar el nivel educativo

Sin embargo, el informe reconoce que esto no bastará para compensar el descenso de la población en edad laboral, sobre todo tras la jubilación de los baby boomers. Por lo tanto, el impulso para el crecimiento económico tendrá que venir de un aumento de la productividad.

La productividad del trabajo ha crecido entre un 1% y un 1,7% anualmente de 2003 a 2007. Y la productividad depende de modo especial del nivel educativo de los trabajadores. El informe señala que el porcentaje de jóvenes que abandonan la escuela habiendo cursado solo el primer ciclo de la enseñanza secundaria o menos es todavía el 17% de los chicos y el 13% de las chicas, cuando el objetivo para 2010 era reducirlo a menos del 10%. En este aspecto los países del sur de Europa, entre ellos España, son los que muestran más dificultades, mientras que los de Europa central y del este están entre los mejores.

En cuanto a la proporción de universitarios respecto al total de su generación, hay grandes diferencias entre los Estados europeos. Es casi dos veces y media superior en el Reino Unido, Dinamarca y Holanda que en Alemania y en Austria.

Otro factor de la productividad es la proporción del PIB dedicada a investigación y desarrollo (I+D). En este aspecto, la mayor parte de los nuevos Estados miembros están por debajo del objetivo del 3% del PIB propuesto para 2010. La mayoría gastan menos del 1%, y la media en 2006 era del 1,84%.

El cambio demográfico va a afectar también a las finanzas públicas. El aumento del número de personas mayores exigirá mayor gasto público en pensiones, sanidad y cuidados a personas dependientes. Las reformas en los sistemas de protección social para hacerlos más eficientes y el estímulo a los trabajadores mayores para que sigan en el mercado laboral pueden frenar en cierta medida el aumento del gasto.

El informe advierte que para dedicar más recursos a cubrir estos gastos, los gobiernos deberían reducir la deuda pública y los déficits presupuestarios. De hecho, el importe total de los déficits públicos de los Estados en 2007 era un 1% del PIB de la región, mientras que cinco años antes era del 3%.

Sin embargo, el informe no entra en la nueva situación planteada por la crisis económica. Con el descenso de la recaudación impositiva y el aumento del déficit público para inyectar dinero en la economía y atender el subsidio de paro, es de temer que no haya margen para dedicar más dinero al gasto social de una sociedad envejecida. Al final, la falta de dinamismo demográfico siempre pasa factura.

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(1) Comisión Europea, Demography Report 2008: Meeting Social Needs in an Ageing Society.

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