Paul R. Ehrlich, un veterano del apocalipsis

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El autor de The Population Bomb y otros libros apocalípticos sigue anunciando la catástrofe planetaria pese a que todas sus profecías anteriores han quedado incumplidas.

Desde mediados del siglo pasado cada década tiene su propia e inminente amenaza apocalíptica: la superpoblación, las hambrunas planetarias, el holocausto nuclear, las lluvias ácidas y la contaminación, el agujero de la capa de ozono, la extinción de especies y ahora el cambio climático. Pero hay algunos veteranos del apocalipsis que han podido apuntarse a todas las catástrofes.

Este es el caso del biólogo Paul R. Ehrlich, que acaba de publicar en EE.UU. un nuevo libro, titulado “El animal dominante: la evolución humana y el medio ambiente”. En unas declaraciones que hace con este motivo al corresponsal de El Mundo (6-10-2008), el biólogo explica que la “evolución cultural” ha hecho del hombre el animal dominante, pero nuestro propio triunfo nos ha llevado a ir modificando la superficie habitable de la Tierra hasta ponerla en peligro. Estamos cortando las ramas sobre las que nos sentamos.

El biólogo de Stanford asegura que el Homo sapiens es el responsable de la gran extinción de especies en la que nos encontramos -sería la sexta gran extinción desde el comienzo de la evolución-, que posiblemente acabe antes de un siglo con la mitad de las especies que conocemos.

Ehrlich no es de los que se quedan en medias tintas. “El cambio climático al que nos enfrentamos es, posiblemente, la amenaza ambiental más crítica para nuestra civilización”, asegura. “Por primera vez en la historia de la humanidad, nos enfrentamos al riesgo del colapso global de la civilización”. Nada de retroceso: colapso y global.

¿Por qué “por primera vez”? ¡Pero si Ehrlich no anuncia más que el colapso desde hace cuarenta años! Precisamente en 1968 publicó The Population Bomb que entonces se convirtió en el libro de cabecera de todos los que querían imponer el control de población (vendió dos millones de ejemplares). Había que contener a toda costa el peligro de la superpoblación que llevaba a la ruina inminente del planeta. Entonces estábamos por los 4.000 millones de habitantes, mientras que ahora somos 6.600 millones.

Ya entonces Ehrlich hacía predicciones catastróficas tan contundentes como arriesgadas. “La batalla para alimentar a toda la humanidad ha terminado. En la década de los 70 el mundo sufrirá hambre, cientos de millones de personas van a morir de inanición”. La India era un caso perdido: “No he encontrado todavía a nadie, familiarizado con la situación, que crea que la India será autosuficiente en alimentos en 1971, o alguna vez”. Propugnaba que EE.UU. y los países desarrollados abandonaran a su suerte a las áreas del mundo que ya no tenían remedio, cortando toda ayuda alimentaria.

No muchos años después vino la “revolución verde”, y la India llegó a ser exportadora de alimentos y hoy es una de las nuevas potencias emergentes.

Ehrlich también era partidario del control de población en EE.UU., por las buenas o por las malas: “Esperemos que pueda hacerse por un sistema de incentivos y penalizaciones, pero si el método voluntario falla, habrá que recurrir a la coerción”. Hoy EE.UU. tiene 300 millones de habitantes, y una situación demográfica mucho más equilibrada y dinámica que Europa, que acusa el envejecimiento de su población y quiere estimular la natalidad.

Género de terror

Si uno recorre los escritos de Ehrlich, cree encontrarse en una colección de libros de terror. Además de The Population Bomb, se encuentran títulos del tipo Cómo ser un superviviente (1971), El fin de la abundancia (1975), Extinción (1981), El frío y las tinieblas: el mundo después de una guerra nuclear (1984), La explosión de la población (1990), Un mundo herido (1997)…

En sus publicaciones predijo el agotamiento de minerales básicos para 1985, la reducción de la esperanza de vida en EE.UU. a partir de 1980 por los pesticidas, la muerte de centenares de miles de habitantes de Nueva York y Los Ángeles por la contaminación atmosférica…

Pero sus reiteradas equivocaciones no arredran a Ehrlich, que en El animal dominante vuelve a proponer una drástica reducción de la población y del consumo si queremos sobrevivir en la Tierra. “Necesitamos -declara- un cambio profundo y total en nuestra cultura, aunque sea una tarea titánica”. Pues podría empezar por cambiar un poco su deteriorado discurso, que es el mismo desde hace cuarenta años, aunque vaya saltando de catástrofe en catástrofe.

Lo más curioso es que la misma longevidad de Ehrlich es un desmentido viviente a sus teorías. A sus 76 años, ha sobrevivido a todas las catástrofes inminentes que nos anunciaba. El hecho de que ahora señale la amenaza del cambio climático es un alivio, pues supone casi una garantía de que no habrá catástrofe.

Y no solo ha sido capaz de sobrevivir. A pesar de sus fallidas profecías, su “reconocido prestigio” de científico no se ha extinguido, por lo menos en la prensa. Otro en su caso habría sufrido ya un colapso total. ¡Larga vida a Ehrlich!

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