160 rabinos de todo el mundo dan gracias al Papa

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Ciento sesenta rabinos fueron recibidos el 18 de enero por Juan Pablo II, en una audiencia privada -la de mayor asistencia de rabinos hasta ahora- solicitada por la Fundación Pave the Way (Allanar el Camino) para recordar el 40º aniversario de la declaración Nostra aetate. Con esta declaración, el Concilio Vaticano II proclamó que no se puede acusar a los judíos de responsabilidad colectiva en la muerte de Jesucristo, y alentó el diálogo entre cristianos y judíos.

Gary Krupp, presidente de la Fundación, resaltó antes del encuentro que «Juan Pablo II tiene una larga historia de apoyo al pueblo judío, sobre todo a la hora de denunciar el antisemitismo y la discriminación de todo grupo étnico». El rabino Jack Bemporad, director del Centro para el Entendimiento Religioso (Center for Interreligious Understanding, con sede en Englewood, Nueva Jersey), explicó que «es la primera vez en la historia que los rabinos, en testimonio de todas las ramas del judaísmo, se encuentran juntos en Roma para dar las gracias al pontífice Juan Pablo II y a la Iglesia, por lo que han hecho para construir puentes y respeto recíproco entre judíos y católicos».

Durante la audiencia, el Papa deseó que el aniversario de la declaración Nostra aetate «sea una ocasión para un renovado compromiso que fomente el entendimiento y la cooperación al servicio de la construcción de un mundo basado cada vez más firmemente en el respeto a la imagen divina en todos los seres humanos».

Por parte de los rabinos, Krupp resumió los actos de Juan Pablo II en pro de la reconciliación entre judíos y cristianos, empezando por su visita a Auschwitz en su primer viaje a Polonia como Papa, su condena del antisemitismo como «pecado contra Dios y la humanidad». «Este tono de reconciliación ha sido la piedra angular de su papado y de sus relaciones con el pueblo judío».

Como hitos principales de ese camino el rabino Bemporad recordó la visita de Juan Pablo II a la sinagoga de Roma, en 1986; la publicación del documento sobre la Shoah, en 1998; el establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel, y la petición de perdón por los actos de antijudaísmo cometidos por los católicos en la historia. «Por sus actos de amor a todo el género humano y por su incansable búsqueda de la paz y la reconciliación de todos los creyentes -afirmó Krupp-, Su Santidad es verdaderamente la personificación del espíritu de Aarón, el sumo sacerdote del antiguo Israel. Mi deseo orante es que judíos, cristianos y musulmanes, los tres hijos de Abraham, se unan cuanto antes en una causa común y que eleven su voz para defender a la humanidad de todos los que difaman a Dios cometiendo inútiles actos de violencia en su santo nombre».

El Papa invocó sobre los asistentes «las abundantes bendiciones del Todopoderoso y, en particular, el don de la paz». Por su parte, tres rabinos pronunciaron una bendición a Juan Pablo II, antes de concluir la audiencia con un canto entonado por doce cantores judíos. Los rabinos entregaron al Papa una escultura de cristal titulada «Los ideales de Aarón». Por su parte, la Santa Sede ha prestado los manuscritos del filósofo y teólogo judío cordobés Maimónides (1138-1204), que serán expuestos en el Museo de Israel en la próxima primavera.

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